Narra Marta.
Narra Ane.
Camino junto a Harry de la mano, por un enorme y silencioso parque, con el cálido sol chocando contra nuestras pieles, que agradecen el calor pese a que estamos en primavera y ya llevamos ropa de la época; vestido corto y florido con manoletinas es lo que yo llevo, mientras que él lleva una camisa con graciosos estampados y unos vaqueros con deportivas.
Él me mira sonriente mientras caminamos, cosa que me hace sonreír y al mismo tiempo sentir confusa por notar su mirada tan puesta en mí.
Al llegar frente a uno de los preciosos rosales de los que hay en este bonito parque, se detiene. Coge mis dos manos, pequeñas y delicadas con las suyas, grandes y fuertes, pero cuidadosas y tiernas, mientras me mira a los ojos sonriente.
Sus preciosos ojos verdes se incrustan en los míos, algo temerosos de lo que le pueda ocurrir que le esté haciendo comportar de esta manera tan extraña.
Aún con mis manos cogidas se aleja un paso hacia atrás, quedando un amplio hueco entre nosotros.
Él tan solo se agacha, clavando una rodilla en el suelo. Suelta mi mano izquierda para buscar en uno de los bolsillos de su chaqueta lo que parece ser..una pequeña caja de terciopelo negra.
Suelta mi otra mano, ya que la utiliza para abrir esa caja, dejándome ver un precioso y reluciente anillo de compromiso.
Su sonrisa se ensancha antes de pronunciar las palabras que toda mi vida esperé por su parte, pese a que antes no supiera de su existencia:
--Marta, ¿quieres casarte conmigo?
Conmocionada le miro con los ojos llorosos, asintiendo con la cabeza sonriendo de la forma más sincera que me sale en estos instantes, lo que hace que él sonría más aún si cabe mientras saca el anillo y coge mi mano derecha con delicadeza, introduciendo mi dedo anular con cuidado en el anillo que encaja a la perfección.
--Hey, Marta, cielo-oigo la voz grave de alguien mientras me zarandea con cuidado de un brazo-vamos, levanta, tienes que ir al instituto.
Oh, mierda, tan solo fue un sueño, otro de mis tantos sueños de directioner trastornada, otra vez soñé con lo mismo, ya he perdido la cuenta de cuantas veces soñé que le conocía, que me quería, que se casaba conmigo... Pero los sueños, sueños son...
Me doy media vuelta en la cama, dolida y entristecida por mi maldita imaginación que me hace ilusionarme para nada.
--Déjame-murmuro enfadada-no quiero ir a clase...
--Vamos, tienes que ir-insiste esa voz masculina, que por eliminación supongo que es de mi padre pese a que no se parezca en lo más absoluto a la suya.
--Me has despertado, estaba soñando con Harry, déjame-respondo malhumorada y triste a la vez.
Noto como el cuerpo que antes estaba sentado en el borde de la cama se mueve hasta quedar sobre el mío, algo extraño por parte de mi padre, no le veo yo muy capaz de tumbarse encima de mí solo para que me levante, pero paso de él, no quiero levantarme, no sabiendo que Harry no está a mi lado.
Debería haberme acostumbrado ya a mis estúpidos sueños tan realistas, pero parece que no aprendo y siempre acabo soñando otra vez con él, haciéndome daño a mí misma como una idiota.
El cuerpo que hay ligeramente apoyado sobre mí, ya que los brazos y rodillas deben de estar apoyados en el colchón por no hacerme daño, se inclina más y más, hasta que siento una respiración ligero en mi oído.
A mí padre se le está empezando a ir la cabeza, me asusta de verdad.
--¿En mis sueños soy tan guapo como en la realidad?-oigo esa voz ronca que no había reconocido hasta ahora, acariciar mi oído con cuidado, haciendo que la piel se me erice estremecida por su profundidad.
Abro los ojos algo confundida para encontrarme con sus increíbles ojos verdes, que son acompañados de una brillante sonrisa con un par de hoyuelos a ambos lados, en las mejillas, junto con un puñado de rizos castañosque caen desordenados.
Se acerca a mí poco a poco hasta que sus tibios labios me dan los buenos días, lo que hace que se me escape una sonrisa totalmente feliz al darme cuenta de que solo una parte era sueño; la parte en la que me pedía matrimonio, pero aún así él está conmigo, aquí ahora y ...¿levantándome para ir al instituto?
--Es mis sueños tú sueles ser tan sumamente perfecta como en la realidad-susurra con una sonrisa a escasos milímetros de mis labios.
--En tus sueños te hago guarradas que te encantan-contesto en el mismo tono, con humor.
--Que conste que solo soñé una vez de esa forma-me recuerda divertido-pero ahora venga, levántate que llegarás tarde-habla apartándose de mí.
--No quiero ir a clase...-murmuro tapándome hasta el cuello con las mantas.
--Pero tienes que ir.
--Sé que tengo que ir, pero solo vas a estar otra semana más, dos como mucho, antes de volverte a ir y ya no te veré hasta junio, esto no es justo, quiero estar contigo y no perdiendo el tiempo en clase.
--No es perder el tiempo, es aprovecharlo, así que vamos, arriba-dice tratando de destaparme.
--¡No!-exclamo.
--Shh, no grites, que Louis aún sigue durmiendo y como le despiertes te aseguro que te arrepentirás-dice divertido.
--¿Pero qué hora es?-pregunto confundida, dejando que me destape ya por no hacer fuerzas.
--Las siete-responde él como si nada.
--¿Tú estás tonto o qué?-pregunto mirándole enfadada-¿Cómo me despiertas tan temprano?
--Tienes que ducharte, desayunar, arreglarte y luego ir a clase, si te despierto más tarde no llegas ni aunque quieras-dice con humor.
--Sí que llego, siempre lo hago y ni un día tarde-respondo mientras me incorporo hasta quedarme sentada en la cama.
--También te levanto pronto porque no te he visto tocar ni un libro desde que estoy aquí, ¿acaso no tienes deberes ni exámenes?
--Deberes hechos, exámenes estudiados-respondo levantándome de la cama-recuérdalo Harry, tu cociente intelectual es del 105, el mío de 140, los deberes de clase son como si te pongo cuentas de sumas y restas, multiplicación como mucho-le explico peinando mi pelo como puedo con la mano.
--No lo entiendo-dice algo confundido mientras yo tan solo me dirijo a la ducha-Einstein tenía un coeficiente de algo así como 160, si eres tan lista ¿por qué no vas a un colegio de superdotados? podrías... no sé, hacer ecuaciones trigonométricas en el recreo que cerebritos como tú-dice con humor.
--No voy a dejar que me encierren en un instituto de bichos raros-explico cerrando la puerta del baño-mucha gente tiene mi cociente y ni se ha dado cuenta, sigue su vida normal y corriente, ¿por qué yo no?
--Porque así no te aburrirías en clase como lo haces-explica él desde el otro lado de la puerta mientras yo me quito la ropa para ir a la ducha-estarías con gente lista como tú, te sentirías más...no sé, en familia si así puede decirse.
--Que no quiero que me lleven a un sitio de esos...-digo quejica metiéndome en la ducha.
--Serás lista, pero también cabezona.
--Ya ves, lo tengo todo-respondo con humor mientras abro el grifo de la ducha.
Me ducho sonriente pensando en lo terco que es Harry cuando quiere, y más en esta tontería, ¿qué le molestará que no vaya a un colegio de esos? Parece que lo que esté pasando es que se esté perdiendo una mente como la de Einstein o algo por el estilo, cuando la verdad es que mis preocupaciones no son si la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado ni nada de eso, más bien son cosas simples como conocer a mis ídolos y esas cosas, pese a que eso lo haya conseguido de manera extraña, pero lo haya conseguido y realmente me siento tan...feliz, contenta, afortunada de poder estar con todos ellos, que aún ni me lo creo, pero tampoco quiero pellizcarme y despertar, si es que esto es un sueño que nadie me despierte, prefiero vivir así.
Termino de ducharme sin querer pensar más en si esto lo estoy viviendo de verdad o es solo otro de mis desquiciantes sueños.
Abro las cortinas de la ducha de par en par, dando con Harry apoyado en el lavabo, cruzado de brazos y con una sonrisa que se amplia al verme de esta manera, lo cual hace que yo ruede los ojos ante su perversión.
--¿Qué haces aquí?-pregunto sin más cogiendo una toalla para secarme.
--Nada-responde sonriente manteniendo su postura despreocupada frente a mí.
--Cada día me planteo más y más la posibilidad de que tengas un problema-hablo saliendo de la ducha enrollada en la toalla de Harry.
--¿Qué problema?-pregunta extrañado.
--Pues algún problema relacionado con tu libido, el cual pareces tener un poco descontrolado, demasiado para alguien de tu edad, aunque claro, apartando ese pequeño trastorno afectivo que supongo padeces aunque creo que de manera subconsciente, ya que pasas de ello o al menos no lo hablas con nadie, con nadie que yo sepa-respondo poniéndome de nuevo la ropa.
--¿Que tengo qué de qué?-pregunta extrañado con una mueca bastante graciosa.
--Que pareces tener deseos sexuales demasiado fuertes por el hecho de la falta de un apoyo emocional-le repito algo más simple.
Me giro a mirarle al no obtener respuesta para darme cuenta de la cara de total confusión que tiene. Resoplo ante lo tonto que puede ser cuando quiere.
--Que te gusta follar porque no tuviste el suficiente cariño materno de pequeño, ¿así de simple?
Él me mira alucinado por mi franqueza y esa forma de ser tan directa, sin poderse creer lo que le acabo de decir de esa manera, pero acto seguido frunce el ceño cabreado.
--Eso no es cierto-responde molesto-no sé de dónde te lo sacas.
--No me hace falta sacarlo de ninguna manera, sé que es así, lo veo y ya está-explico buscando un secador de pelo entre los cajones del baño de Harry.
--Pues no es verdad, es una tontería enorme.
--Harry, no lo es-respondo mirándole a los ojos-les pasa a muchos niños, no importa, luego se supera y punto, no pasa nada.
--Pero es que encima lo dices convencida. No tengo ningún problema-aclara separando las sílabas de manera exagerada.
--Sí lo tienes-respondo de la misma manera sacando el secador de pelo-y deja de ser tan cabezota ¿quieres?
--Dejaría de serlo si dijeras algo con sentido.
--Por Dios Harry, lo único que buscas es una figura materna que te quiera y te dé cariño, si la única forma que tienes de recibir ese cariño es mediante sexo, no importa, ¿qué más da?-digo muy segura mirándole a los ojos antes de encender el secador de pelo.
No oigo su respuesta, pero tampoco le veo reflejado en el espejo, lo único que obtengo por su parte es un portazo increíble procedente de la puerta de su habitación, ya que se habrá ido cabreado a cualquier parte, lo que hace que yo resople y me empiece a sentir culpable mientras organizo mi pelo como puedo.
No quería decírselo de esa forma tan brusca, pero es que es la verdad, se siente de esa manera y comprendo que tampoco lo quiera admitir, pero supongo que no debí de decírselo de forma tan bestia y directa, cuando esas cosas se suelen decir delicadamente y en un psicólogo.
Supongo que tampoco debí de esperar hasta el último momento, sino decírselo en cuanto me di cuenta, supongo que en cuanto empecé a salir con él y me di cuenta en que me trataba como a su madre, como alguien quien le protegería, una persona que le idolatra, como hace cualquier madre, a la vez que le regaña o defiende cuando es necesario y si aparte le doy sexo que es una forma de recuperar cariño perdido de forma más rápida, pues entonces estaba claro y lo sigue estando y quizás durante un tiempo estará claro, que Harry me necesita, o al menos esa es la sensación que me da.
Termino de arreglarme y salgo del baño despacio, sin saber muy bien qué voy a decirle a Harry siempre y cuando siga aquí y no se haya ido a alguna parte, dejándome sola en su casa, bueno, sola con Louis, que creo y solo creo que está en su cuarto durmiendo, aunque también veo posibilidades a que esté en casa de Lucía.
Bajo las escaleras despacio, nerviosa por saber cómo reaccionará, por saber si se ha enfadado conmigo, aunque creo que así es, sin necesidad de verle.
En el piso de abajo no hay rastro de que haya nadie, no se oye ni a una mosca, algo que me empieza a preocupar, siendo sinceros.
Camino en silencio por la casa, buscando a Harry sin resultado, ya que no aparece por ningún lado, hasta que lo diviso por una de las ventanas, en el jardín trasero, sentado en un balancín color verde como la hierba con cojines color crema.
Me acerco hasta la puerta de la cocina, la cual da al jardín y la abro lentamente, sin querer sobresaltarle, ni interrumpir lo que sea que esté haciendo aquí afuera, a estas horas, con el frío que hace. Camino hasta quedar al lado del balancín para verlo de la forma más nefasta que en la vida lo había visto; llorando.
Llorando con las piernas encogidas pegadas a su pecho y la barbilla apoyada sobre las rodillas, mirando como el Sol se está despertando y está saliendo de entre las casas del horizonte, acompañado de algunas nubes desperdigadas.
No creo que esté llorando por lo que le he dicho, no quiero creerlo, es que no quiero creerlo porque entonces me sentiré mucho peor de lo que ya me estoy sintiendo, con unas ganas terribles de llorar por verle de esa forma tan frágil, dejando que esas cristalinas gotas de agua se deslicen en silencio por sus mejillas mientras él no se da cuenta de que yo le estoy mirando, mirando como llora, por esa bestialidad que se me ha ocurrido soltarle.
Con pasos torpes me muevo hasta quedar a su lado, haciendo que él se dé cuenta de que estoy junto a él y le estoy viendo, lo que hace que rápidamente se aparte las lágrimas como si no hubiera llorado, algo estúpido realmente.
Me siento en el borde del balancín, haciendo que se mueva ligeramente pero que Harry no se mueva, tan solo siga mirando al frente.
Me acerco a él despacio, arrastrando su cuerpo hasta que se queda pegado al suyo, esperando que así me mire, cosa que hace y que agradezco.
Él tan solo suspira con la respiración entrecortada antes de apoyarse en mi hombro y acomodar su cabeza ahí, como si tuviera que consolarlo de alguna manera, por lo que muevo mi brazo izquierdo hasta que llega a sus hombros y lo acaricio con cuidado y cariño, estrechándole contra mí.
--No...quise decirlo así-me atrevo a decir dolida.
--Da lo mismo-responde él por lo bajo-supongo que tienes razón-admite antes de alzar su mirada hasta la mía, aún con su cabeza apoyada en mi hombro, con una gran sonrisa-venga, vamos a desayunar que no llegas-comenta sin más mientras se levanta del balancín.
Le veo caminar hacia la puerta de entrada, con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada.
Supongo que le duele infinitamente más el que le haya recordado que su madre no está con él a que le haya dicho que le gusta el sexo por esa razón.
--Harry-digo en voz no muy alta, pero lo suficiente para que él se detenga y se gira a mirarme algo extrañado-sé que te quieren-le aseguro refiriéndome a su familia.
Esboza una pequeña sonrisa de lado antes de darse media vuelta de nuevo, pero esta vez sin moverse, tan solo quieto dándome la espalda, cosa que me extraña demasiado, ¿para qué se queda ahí quieto sin hacer nada?
Extrañada me levanto de mi asiento y me acerco a él despacio hasta llegar a su lado, donde me paro a observar preocupada su cara, que tan solo mira al frente, a la puerta cerrada, a... a la nada.
--¿Qué pasa?-pregunto en un susurro.
--Te esperaba-responde sonriente antes de coger mi mano con cuidado.
Me pongo de puntillas para dejar un pequeño beso en su mejillas antes de entrar a casa para desayunar.
--No voy a entrar-digo muy segura.
Pensé que después de nuestro desayuno en el jardín le había convencido de que no fuera a clase, pero parece que existe alguien más cabezón que yo en este mundo y su nombre es Harry Edward Styles.
Cruzada de brazos sentada en el lugar del copiloto de su coche frente al instituto donde la gente va entrando sin prisa pero sin pausa, mientras yo tan solo miro enfadada a Harry, quien ríe divertido por mi berrinche, aunque la verdad yo no le veo la gracia, no quiero ir y no iré por muy pesado que se ponga.
--Vamos, solo son seis horas, después soy todo tuyo de nuevo-me asegura acariciando mi mejilla.
--No voy a entrar y punto-insisto.
--Marta...-dice sereno.
--¡Ni Marta ni Marto! ¡Apenas te puedo ver y cuando puedo tengo que ir al puto instituto! ¡No quiero! ¡No me da la gana!-estallo cabreada.
Él me mira sorprendido, con los ojos como platos y las cejas alzadas, ante mi forma de negarme a ir a clases, aunque no es para menos; él, mi novio, mi Harry, se pasa la vida de gira y cuando está aquí, un triste mes de descanso antes de irse dos meses seguidos por ahí, yo tengo que malgastarlo haciendo tonterías sin sentido en clase, porque lo que nos enseñan son tonterías sin sentido, al menos para mí y mi coeficiente y mucho más ahora que me tienen que separar de él.
Él resopla antes de dejarse caer en el asiento ante mi enfado. Sonrío victoriosa ya que sé perfectamente que él no me obligará a hacer nada que yo no quiera realmente, así que creo que me libro.
Antes de que pueda reaccionar sale del coche a toda velocidad, cogiendo mi mochila en uno de sus hombros y avanza por delante del coche corriendo hasta llegar a mi puerta.
Perfecto, a Harry se le acaba de ir la cabeza.
Pero no, la cabeza no se le va, ha sido más listo que yo, quién lo diría, ya que no he sido capaz de anteponerme a sus pasos y descubrir su plan para que vaya a clase.
--No has querido por las buenas, ahora lo harás por las malas-dice divertido abriendo la puerta del coche en la que yo me encuentro.
Desabrocha mi cinturón con una mano antes de sacarme de allí en volandas, dejando mi cintura en su hombro como si no fuera más que un fardo de patatas.
Empiezo a patalear como una niña pequeña, diciéndole que me suelte, que no quiero ir a clase, pero él como si nada, ya que cierra la puerta del coche y se dirige a la puerta de entrada del colegio, mientras yo sigo dándole pequeños puñetazos en la espalda y me voy retorciendo para que me suelte, pero es obvio que es más fuerte que yo y que no me suelta ni aunque lo intente.
--¡Eres un imbécil Harry Styles!-grito cuando traspasamos la puerta de entrada.
--¿No ves que estás montando un escándalo tú sola?-pregunta él con humor sin ceder a bajarme.
--¡Me importa un comino que esté montando un escándalo! ¡Bájame y bájame ya!-le exijo.
--Clase 28, clase 29...-murmura él mientras pasamos por las distintas clases.
--¡HARRY!-le grito ya con un cabreo fuera de lo normal.
--Clase 34, 35... oh, aquí, clase número 36-dice feliz antes de entrar.
Toda la clase me mira, al igual que hacía la gente en el pasillo y en la entrada, pero me da realmente lo mismo, ya que lo único que quiero es que me baje y salir de aquí cuanto antes.
Noto como se detiene, deja mi mochila sobre una mesa y acto seguido me deja a mí sentada en una silla, aún quejándome y gritando porque me deje en paz de una vez y me deje ir.
--Ya, tranquila, ¿ves? ya te he soltado, como tú querías-dice divertido.
--¿Te he mencionado que eres imbécil?-pregunto cabreada arreglando mi camisa y mi pelo desordenado.
--Sí, y creo que todas las veces que lo has hecho han sido en los últimos diez minutos-responde chistoso-Ahora sé una niña buena y atiende en clase-dice antes de acercarse a mí para darme un beso.
Lo esquivo, ganando un hueco por el que salir, el cual aprovecho para tratar de huir, pero él me coge de la cintura y hace que me siente de nuevo, mientras ríe divertido por mi comportamiento.
--Eres peor que una niña pequeña-dice con humor acariciando mi mejilla despacio.
La cual alejo de mí de un manotazo, haciendo que él me mire sorprendido ya que en la vida la he negado que me toque, pero ahora estoy demasiado cabreada como para dejar tan siquiera que me hable.
¿Cómo se atreve a llevarme por la fuerza a clase? esto es increíble, él es increíble, es idiota perdido, si he dicho que no quiero venir a clase es porque no quiero, ¿qué parte no parece captar?
--No seas crías ¿quieres?-pregunta algo dolido por mi forma en la que le he dado a entender que estoy cabreada.
--¿Es que no pareces entender ¡Que no quiero estar aquí?!-grito llena de enfado.
--Es solo un instituto por favor, no te van a matar aquí dentro.
--¡Me matan si me hacen alejarme de ti!-le respondo a gritos, levantándome de mi asiento, sin pensar en lo que he dicho si quiera, ya que me ha salido de los más profundo de mi ser.
Él me mira algo asombrado, pero acto seguido sonríe divertido antes de abrazarme con fuerza, haciendo que yo esconda mi cara en su pecho, agarrándole con fuerza para que no se vaya, para que se quede aquí conmigo aunque sea, pero ni yo misma me creo que pueda hacer algo así.
--Solo seis horas-murmura con los labios pegados a mi cabeza-solo seis.
--Demasiadas sin ti.
--También me resultan demasiadas para estar alejado de ti, pero no puedo hacer nada en contra de eso.
--Puedes dejarme ir contigo en vez de hacer que venga aquí...
--Ya te perdoné el que ayer no fueras y creo que los gritos histéricos de tu madre me dieron una pista de que no la gustó nada-comenta divertido haciendo que yo sonría-así que ya no más...
--Contaré todos los segundos hasta volver a verte.
--Oye, me has quitado el plan que tenía para hacer hoy-se queja riendo por lo bajo, haciendo que yo también lo haga por su suma estupidez.
Separo mi cara de su perfecto torso, llevándome consigo su delicioso perfume, para mirar a sus brillantes ojos verdes al igual que su arrebatadora e impecable sonrisa con esos perfectos hoyuelos.
--Te vendré a recoger-me dice muy seguro, a forma de promesa antes de dejar sus labios sobre mi frente.
--Te quiero-susurro.
--Sabes perfectamente que yo a ti más-responde antes de hacer que nuestros labios se toquen.
Daría todo y más por quedarme así con él, así ahora, en clase o en casa, así mañana y pasado, así la semana y el mes que viene, así y dentro de veinte años, así para siempre...
El timbre que indica el inicio de las clases nos interrumpe, haciendo que Harry se separe ligeramente para dedicarme una de sus preciosa sonrisas antes de dejar otro beso, este más corto, sobre mis labios e irse de clase antes de que llegue el profesor de Lengua.
Sonrío mientras le veo salir antes de darme cuenta de que toda la clase me mira alucinada. Supongo que aún les parece raro que él, Harry Styles, la estrella pop, la estrella de la música, famosa, con fama, dinero y cualquier chica que quiera tener, esté conmigo, con Marta Aldrich, una directioner más del montón y ahora, su novia. Todos los alumnos no me quitan ojo, aún tratando de asimilar el beso que han visto, aunque la verdad es, que aunque para mí sea mágico e increíble besarle, es hago que hago todos los días siempre que esté aquí y no de gira, aunque claro, para mí tampoco es Harry Styles la estrella del pop, para mí es Harry Styles, el chico más dulce e increíble del mundo, el cual me trata con delicadeza aunque me esté llevando a rastras a clase, para mí es Harry, solo Harry, no es su dinero, no es su fama, es solo él, mi chico, mi novio, mi Harry...
El profesor entra en la clase por lo que todos se sientan, incluida yo, que me posiciono en el lugar que Harry había elegido para mí. Me sorprendo al encontrarme a Lucía, mirándome divertida, en la silla que hay junto a la mí. Ni siquiera la había visto, claro, estar enfadada es lo que tiene.
--Buenos días-dice con humor.
--Buenos días para ti que no te han sacado a la fuerza de un coche y te han traído aquí-respondo en un susurro con humor, sacando mi archivador de la mochila.
--A mí me han sacado a la fuerza de la cama, no te quejes-dice divertida-Louis es tan cabezón como Harry si se lo propone-asegura.
--Aldrich-oigo que dice el profesor pasando lista.
--Sí-respondo alzando la mano.
--Becker.
--Sí-responde un chico sentado por delante de mí.
--Cox.
Nadie responde ante ese apellido, lo que hace que me gire extrañada a buscar con la mirada a Ane, que tampoco está, ¿acaso seguirá de viaje con Niall?
--Cox-repite la profesora mirando la lista.
--No ha venido-responde Lulu.
--Segunda falta de la señorita Cox-murmura apuntándolo en la hoja de la lista.
Él sigue diciendo nombres mientras la gente responde, por lo que yo aprovecho para preguntar en voz baja a Lucía.
--¿Dónde se ha metido?-pregunto extrañada refiriéndome a Ane.
Ella tan solo se encoge de hombros, mirándome con cara de no tener ni idea antes de abrir su estuche y coger un bolígrafo para apuntar, ya que el profesor termina rápidamente de pasar lista y sin perder un segundo de clase comienza a explicar el tema.
Imito el gesto de Lucía y saco rápidamente un boli, a pesar de que no lo necesite, ya que esto es lo más sencillo del mundo, al menos para mí, por lo que me dedico a hacer como que estoy cogiendo apuntes mientras pienso dónde narices puede estar Ane.
Termino de ducharme sin querer pensar más en si esto lo estoy viviendo de verdad o es solo otro de mis desquiciantes sueños.
Abro las cortinas de la ducha de par en par, dando con Harry apoyado en el lavabo, cruzado de brazos y con una sonrisa que se amplia al verme de esta manera, lo cual hace que yo ruede los ojos ante su perversión.
--¿Qué haces aquí?-pregunto sin más cogiendo una toalla para secarme.
--Nada-responde sonriente manteniendo su postura despreocupada frente a mí.
--Cada día me planteo más y más la posibilidad de que tengas un problema-hablo saliendo de la ducha enrollada en la toalla de Harry.
--¿Qué problema?-pregunta extrañado.
--Pues algún problema relacionado con tu libido, el cual pareces tener un poco descontrolado, demasiado para alguien de tu edad, aunque claro, apartando ese pequeño trastorno afectivo que supongo padeces aunque creo que de manera subconsciente, ya que pasas de ello o al menos no lo hablas con nadie, con nadie que yo sepa-respondo poniéndome de nuevo la ropa.
--¿Que tengo qué de qué?-pregunta extrañado con una mueca bastante graciosa.
--Que pareces tener deseos sexuales demasiado fuertes por el hecho de la falta de un apoyo emocional-le repito algo más simple.
Me giro a mirarle al no obtener respuesta para darme cuenta de la cara de total confusión que tiene. Resoplo ante lo tonto que puede ser cuando quiere.
--Que te gusta follar porque no tuviste el suficiente cariño materno de pequeño, ¿así de simple?
Él me mira alucinado por mi franqueza y esa forma de ser tan directa, sin poderse creer lo que le acabo de decir de esa manera, pero acto seguido frunce el ceño cabreado.
--Eso no es cierto-responde molesto-no sé de dónde te lo sacas.
--No me hace falta sacarlo de ninguna manera, sé que es así, lo veo y ya está-explico buscando un secador de pelo entre los cajones del baño de Harry.
--Pues no es verdad, es una tontería enorme.
--Harry, no lo es-respondo mirándole a los ojos-les pasa a muchos niños, no importa, luego se supera y punto, no pasa nada.
--Pero es que encima lo dices convencida. No tengo ningún problema-aclara separando las sílabas de manera exagerada.
--Sí lo tienes-respondo de la misma manera sacando el secador de pelo-y deja de ser tan cabezota ¿quieres?
--Dejaría de serlo si dijeras algo con sentido.
--Por Dios Harry, lo único que buscas es una figura materna que te quiera y te dé cariño, si la única forma que tienes de recibir ese cariño es mediante sexo, no importa, ¿qué más da?-digo muy segura mirándole a los ojos antes de encender el secador de pelo.
No oigo su respuesta, pero tampoco le veo reflejado en el espejo, lo único que obtengo por su parte es un portazo increíble procedente de la puerta de su habitación, ya que se habrá ido cabreado a cualquier parte, lo que hace que yo resople y me empiece a sentir culpable mientras organizo mi pelo como puedo.
No quería decírselo de esa forma tan brusca, pero es que es la verdad, se siente de esa manera y comprendo que tampoco lo quiera admitir, pero supongo que no debí de decírselo de forma tan bestia y directa, cuando esas cosas se suelen decir delicadamente y en un psicólogo.
Supongo que tampoco debí de esperar hasta el último momento, sino decírselo en cuanto me di cuenta, supongo que en cuanto empecé a salir con él y me di cuenta en que me trataba como a su madre, como alguien quien le protegería, una persona que le idolatra, como hace cualquier madre, a la vez que le regaña o defiende cuando es necesario y si aparte le doy sexo que es una forma de recuperar cariño perdido de forma más rápida, pues entonces estaba claro y lo sigue estando y quizás durante un tiempo estará claro, que Harry me necesita, o al menos esa es la sensación que me da.
Termino de arreglarme y salgo del baño despacio, sin saber muy bien qué voy a decirle a Harry siempre y cuando siga aquí y no se haya ido a alguna parte, dejándome sola en su casa, bueno, sola con Louis, que creo y solo creo que está en su cuarto durmiendo, aunque también veo posibilidades a que esté en casa de Lucía.
Bajo las escaleras despacio, nerviosa por saber cómo reaccionará, por saber si se ha enfadado conmigo, aunque creo que así es, sin necesidad de verle.
En el piso de abajo no hay rastro de que haya nadie, no se oye ni a una mosca, algo que me empieza a preocupar, siendo sinceros.
Camino en silencio por la casa, buscando a Harry sin resultado, ya que no aparece por ningún lado, hasta que lo diviso por una de las ventanas, en el jardín trasero, sentado en un balancín color verde como la hierba con cojines color crema.
Me acerco hasta la puerta de la cocina, la cual da al jardín y la abro lentamente, sin querer sobresaltarle, ni interrumpir lo que sea que esté haciendo aquí afuera, a estas horas, con el frío que hace. Camino hasta quedar al lado del balancín para verlo de la forma más nefasta que en la vida lo había visto; llorando.
Llorando con las piernas encogidas pegadas a su pecho y la barbilla apoyada sobre las rodillas, mirando como el Sol se está despertando y está saliendo de entre las casas del horizonte, acompañado de algunas nubes desperdigadas.
No creo que esté llorando por lo que le he dicho, no quiero creerlo, es que no quiero creerlo porque entonces me sentiré mucho peor de lo que ya me estoy sintiendo, con unas ganas terribles de llorar por verle de esa forma tan frágil, dejando que esas cristalinas gotas de agua se deslicen en silencio por sus mejillas mientras él no se da cuenta de que yo le estoy mirando, mirando como llora, por esa bestialidad que se me ha ocurrido soltarle.
Con pasos torpes me muevo hasta quedar a su lado, haciendo que él se dé cuenta de que estoy junto a él y le estoy viendo, lo que hace que rápidamente se aparte las lágrimas como si no hubiera llorado, algo estúpido realmente.
Me siento en el borde del balancín, haciendo que se mueva ligeramente pero que Harry no se mueva, tan solo siga mirando al frente.
Me acerco a él despacio, arrastrando su cuerpo hasta que se queda pegado al suyo, esperando que así me mire, cosa que hace y que agradezco.
Él tan solo suspira con la respiración entrecortada antes de apoyarse en mi hombro y acomodar su cabeza ahí, como si tuviera que consolarlo de alguna manera, por lo que muevo mi brazo izquierdo hasta que llega a sus hombros y lo acaricio con cuidado y cariño, estrechándole contra mí.
--No...quise decirlo así-me atrevo a decir dolida.
--Da lo mismo-responde él por lo bajo-supongo que tienes razón-admite antes de alzar su mirada hasta la mía, aún con su cabeza apoyada en mi hombro, con una gran sonrisa-venga, vamos a desayunar que no llegas-comenta sin más mientras se levanta del balancín.
Le veo caminar hacia la puerta de entrada, con las manos en los bolsillos y la cabeza agachada.
Supongo que le duele infinitamente más el que le haya recordado que su madre no está con él a que le haya dicho que le gusta el sexo por esa razón.
--Harry-digo en voz no muy alta, pero lo suficiente para que él se detenga y se gira a mirarme algo extrañado-sé que te quieren-le aseguro refiriéndome a su familia.
Esboza una pequeña sonrisa de lado antes de darse media vuelta de nuevo, pero esta vez sin moverse, tan solo quieto dándome la espalda, cosa que me extraña demasiado, ¿para qué se queda ahí quieto sin hacer nada?
Extrañada me levanto de mi asiento y me acerco a él despacio hasta llegar a su lado, donde me paro a observar preocupada su cara, que tan solo mira al frente, a la puerta cerrada, a... a la nada.
--¿Qué pasa?-pregunto en un susurro.
--Te esperaba-responde sonriente antes de coger mi mano con cuidado.
Me pongo de puntillas para dejar un pequeño beso en su mejillas antes de entrar a casa para desayunar.
--No voy a entrar-digo muy segura.
Pensé que después de nuestro desayuno en el jardín le había convencido de que no fuera a clase, pero parece que existe alguien más cabezón que yo en este mundo y su nombre es Harry Edward Styles.
Cruzada de brazos sentada en el lugar del copiloto de su coche frente al instituto donde la gente va entrando sin prisa pero sin pausa, mientras yo tan solo miro enfadada a Harry, quien ríe divertido por mi berrinche, aunque la verdad yo no le veo la gracia, no quiero ir y no iré por muy pesado que se ponga.
--Vamos, solo son seis horas, después soy todo tuyo de nuevo-me asegura acariciando mi mejilla.
--No voy a entrar y punto-insisto.
--Marta...-dice sereno.
--¡Ni Marta ni Marto! ¡Apenas te puedo ver y cuando puedo tengo que ir al puto instituto! ¡No quiero! ¡No me da la gana!-estallo cabreada.
Él me mira sorprendido, con los ojos como platos y las cejas alzadas, ante mi forma de negarme a ir a clases, aunque no es para menos; él, mi novio, mi Harry, se pasa la vida de gira y cuando está aquí, un triste mes de descanso antes de irse dos meses seguidos por ahí, yo tengo que malgastarlo haciendo tonterías sin sentido en clase, porque lo que nos enseñan son tonterías sin sentido, al menos para mí y mi coeficiente y mucho más ahora que me tienen que separar de él.
Él resopla antes de dejarse caer en el asiento ante mi enfado. Sonrío victoriosa ya que sé perfectamente que él no me obligará a hacer nada que yo no quiera realmente, así que creo que me libro.
Antes de que pueda reaccionar sale del coche a toda velocidad, cogiendo mi mochila en uno de sus hombros y avanza por delante del coche corriendo hasta llegar a mi puerta.
Perfecto, a Harry se le acaba de ir la cabeza.
Pero no, la cabeza no se le va, ha sido más listo que yo, quién lo diría, ya que no he sido capaz de anteponerme a sus pasos y descubrir su plan para que vaya a clase.
--No has querido por las buenas, ahora lo harás por las malas-dice divertido abriendo la puerta del coche en la que yo me encuentro.
Desabrocha mi cinturón con una mano antes de sacarme de allí en volandas, dejando mi cintura en su hombro como si no fuera más que un fardo de patatas.
Empiezo a patalear como una niña pequeña, diciéndole que me suelte, que no quiero ir a clase, pero él como si nada, ya que cierra la puerta del coche y se dirige a la puerta de entrada del colegio, mientras yo sigo dándole pequeños puñetazos en la espalda y me voy retorciendo para que me suelte, pero es obvio que es más fuerte que yo y que no me suelta ni aunque lo intente.
--¡Eres un imbécil Harry Styles!-grito cuando traspasamos la puerta de entrada.
--¿No ves que estás montando un escándalo tú sola?-pregunta él con humor sin ceder a bajarme.
--¡Me importa un comino que esté montando un escándalo! ¡Bájame y bájame ya!-le exijo.
--Clase 28, clase 29...-murmura él mientras pasamos por las distintas clases.
--¡HARRY!-le grito ya con un cabreo fuera de lo normal.
--Clase 34, 35... oh, aquí, clase número 36-dice feliz antes de entrar.
Toda la clase me mira, al igual que hacía la gente en el pasillo y en la entrada, pero me da realmente lo mismo, ya que lo único que quiero es que me baje y salir de aquí cuanto antes.
Noto como se detiene, deja mi mochila sobre una mesa y acto seguido me deja a mí sentada en una silla, aún quejándome y gritando porque me deje en paz de una vez y me deje ir.
--Ya, tranquila, ¿ves? ya te he soltado, como tú querías-dice divertido.
--¿Te he mencionado que eres imbécil?-pregunto cabreada arreglando mi camisa y mi pelo desordenado.
--Sí, y creo que todas las veces que lo has hecho han sido en los últimos diez minutos-responde chistoso-Ahora sé una niña buena y atiende en clase-dice antes de acercarse a mí para darme un beso.
Lo esquivo, ganando un hueco por el que salir, el cual aprovecho para tratar de huir, pero él me coge de la cintura y hace que me siente de nuevo, mientras ríe divertido por mi comportamiento.
--Eres peor que una niña pequeña-dice con humor acariciando mi mejilla despacio.
La cual alejo de mí de un manotazo, haciendo que él me mire sorprendido ya que en la vida la he negado que me toque, pero ahora estoy demasiado cabreada como para dejar tan siquiera que me hable.
¿Cómo se atreve a llevarme por la fuerza a clase? esto es increíble, él es increíble, es idiota perdido, si he dicho que no quiero venir a clase es porque no quiero, ¿qué parte no parece captar?
--No seas crías ¿quieres?-pregunta algo dolido por mi forma en la que le he dado a entender que estoy cabreada.
--¿Es que no pareces entender ¡Que no quiero estar aquí?!-grito llena de enfado.
--Es solo un instituto por favor, no te van a matar aquí dentro.
--¡Me matan si me hacen alejarme de ti!-le respondo a gritos, levantándome de mi asiento, sin pensar en lo que he dicho si quiera, ya que me ha salido de los más profundo de mi ser.
Él me mira algo asombrado, pero acto seguido sonríe divertido antes de abrazarme con fuerza, haciendo que yo esconda mi cara en su pecho, agarrándole con fuerza para que no se vaya, para que se quede aquí conmigo aunque sea, pero ni yo misma me creo que pueda hacer algo así.
--Solo seis horas-murmura con los labios pegados a mi cabeza-solo seis.
--Demasiadas sin ti.
--También me resultan demasiadas para estar alejado de ti, pero no puedo hacer nada en contra de eso.
--Puedes dejarme ir contigo en vez de hacer que venga aquí...
--Ya te perdoné el que ayer no fueras y creo que los gritos histéricos de tu madre me dieron una pista de que no la gustó nada-comenta divertido haciendo que yo sonría-así que ya no más...
--Contaré todos los segundos hasta volver a verte.
--Oye, me has quitado el plan que tenía para hacer hoy-se queja riendo por lo bajo, haciendo que yo también lo haga por su suma estupidez.
Separo mi cara de su perfecto torso, llevándome consigo su delicioso perfume, para mirar a sus brillantes ojos verdes al igual que su arrebatadora e impecable sonrisa con esos perfectos hoyuelos.
--Te vendré a recoger-me dice muy seguro, a forma de promesa antes de dejar sus labios sobre mi frente.
--Te quiero-susurro.
--Sabes perfectamente que yo a ti más-responde antes de hacer que nuestros labios se toquen.
Daría todo y más por quedarme así con él, así ahora, en clase o en casa, así mañana y pasado, así la semana y el mes que viene, así y dentro de veinte años, así para siempre...
El timbre que indica el inicio de las clases nos interrumpe, haciendo que Harry se separe ligeramente para dedicarme una de sus preciosa sonrisas antes de dejar otro beso, este más corto, sobre mis labios e irse de clase antes de que llegue el profesor de Lengua.
Sonrío mientras le veo salir antes de darme cuenta de que toda la clase me mira alucinada. Supongo que aún les parece raro que él, Harry Styles, la estrella pop, la estrella de la música, famosa, con fama, dinero y cualquier chica que quiera tener, esté conmigo, con Marta Aldrich, una directioner más del montón y ahora, su novia. Todos los alumnos no me quitan ojo, aún tratando de asimilar el beso que han visto, aunque la verdad es, que aunque para mí sea mágico e increíble besarle, es hago que hago todos los días siempre que esté aquí y no de gira, aunque claro, para mí tampoco es Harry Styles la estrella del pop, para mí es Harry Styles, el chico más dulce e increíble del mundo, el cual me trata con delicadeza aunque me esté llevando a rastras a clase, para mí es Harry, solo Harry, no es su dinero, no es su fama, es solo él, mi chico, mi novio, mi Harry...
El profesor entra en la clase por lo que todos se sientan, incluida yo, que me posiciono en el lugar que Harry había elegido para mí. Me sorprendo al encontrarme a Lucía, mirándome divertida, en la silla que hay junto a la mí. Ni siquiera la había visto, claro, estar enfadada es lo que tiene.
--Buenos días-dice con humor.
--Buenos días para ti que no te han sacado a la fuerza de un coche y te han traído aquí-respondo en un susurro con humor, sacando mi archivador de la mochila.
--A mí me han sacado a la fuerza de la cama, no te quejes-dice divertida-Louis es tan cabezón como Harry si se lo propone-asegura.
--Aldrich-oigo que dice el profesor pasando lista.
--Sí-respondo alzando la mano.
--Becker.
--Sí-responde un chico sentado por delante de mí.
--Cox.
Nadie responde ante ese apellido, lo que hace que me gire extrañada a buscar con la mirada a Ane, que tampoco está, ¿acaso seguirá de viaje con Niall?
--Cox-repite la profesora mirando la lista.
--No ha venido-responde Lulu.
--Segunda falta de la señorita Cox-murmura apuntándolo en la hoja de la lista.
Él sigue diciendo nombres mientras la gente responde, por lo que yo aprovecho para preguntar en voz baja a Lucía.
--¿Dónde se ha metido?-pregunto extrañada refiriéndome a Ane.
Ella tan solo se encoge de hombros, mirándome con cara de no tener ni idea antes de abrir su estuche y coger un bolígrafo para apuntar, ya que el profesor termina rápidamente de pasar lista y sin perder un segundo de clase comienza a explicar el tema.
Imito el gesto de Lucía y saco rápidamente un boli, a pesar de que no lo necesite, ya que esto es lo más sencillo del mundo, al menos para mí, por lo que me dedico a hacer como que estoy cogiendo apuntes mientras pienso dónde narices puede estar Ane.
Narra Ane.
El insoportable sonido de la puerta de la calle me despierta, por lo que gruño molesta.
--¡Ane! ¡Ya estoy aquí!-grita mi madre-¿¡Cómo que no has ido al instituto?!
Me muevo ligeramente en la cama, dolorida, sintiendo algo en mi cuerpo que jamás había experimentado, es otro tipo de dolor, completamente distinto, hasta toparme con un cuerpo; el suyo. Abro los ojos cansada y veo su carita de ángel dormido, con la boca ligeramente abierta y respirando tranquilo, sin hacer ruido, con uno de sus brazos apoyado sobre la manta encima de mi cintura. Paso una mano con delicadeza por su mejilla, y sonrío como una tonta, me acerco despacio para sentir sus labios sobre los míos.
--¡Ane! ¿¡Sigues dormida?!-insiste mi madre.
Entonces caigo en la situación en la que ambos nos encontramos. Desnudos, con toda nuestra ropa por cualquier rincón de mi habitación, preservativos en sus envoltorios repartidos por el suelo. Mierda, mierda, mierda.
--Niall, Niall-susurro zarandeándole-despierta, ¡vamos!-me levanto de un salto, arrepintiéndome por el destrozo que siento.
Busco mi ropa interior por el suelo, encontrándome los cientos y cientos (ya será alguno menos) de condones que trajo Niall. Comienzo a vestirme todo lo rápido que mi cuerpo dolorido y cansado me permite.
--¡Niall!-susurro tirando de su pie-¡Que despiertes!
Me gruñe acurrucándose en la cama.
--¡Niall!-insisto, pero me gruñe de nuevo-Niall, cariño mío, cielito, luz de mis ojos-le susurro al oído haciendo que él sonría-mi madre está en casa y quiere verme ¿Cómo crees que reaccionará si ve un chico desnudo en mi cama?.
Abre los ojos de par en par y se queda sentado en la cama de un golpe, con la cara pálida de miedo.
--¿¡Está tu madre?! ¿¡Aquí?!-susurra asustado.
--Sí-respondo divertida.
Pega un salto de la cama mostrándome su desnudez al completo, desvío la mirada hacia la ventana mientras noto como me sonrojo, al verle de esa forma, tan perfecta, como es de obviar, pero al mismo tiempo una forma en la que no creo que debiera encontrarse estando mi madre viniendo a mi cuarto.
--Vístete, por favor-le pido.
Comienza a buscar toda su ropa mientras yo hago lo mismo a una velocidad de vértigo.
--¿Dónde echaste mi camiseta?-pregunta abrochándose los pantalones.
--Y yo qué sé-le respondo poniéndome los zapatos.
Cojo las mantas para hacer la cama rápido, ya que supongo que mi madre estará haciendo el desayuno y no dispongo de mucho tiempo.
--Oh, perfecto...-digo viendo un manchurrón de sangre en la sábana-como lo vea...-digo poniendo las mantas por encima de forma rápida para que no se vea.
--Aleluya, mi camiseta-dice contento mientras se la pone.
Cojo una camiseta cualquiera y me la pongo. Necesito tiempo, más tiempo, ojalá pudiera pararlo para no llevarme ninguna bronca como la que supongo que me caerá en cuanto mamá se dé cuenta de todo lo que ha pasado.
--Inteligente de ideas fantásticas-digo agachándome al suelo-o recogemos todo esto o podemos armar digo cogiendo varios de los preservativos, aún en sus envoltorios.
Niall se agacha y comienza a recogerlos y guardarlos en sus vaqueros con velocidad y algo de miedo por la situación en la que estamos, con mi madre llamándome, preguntándome cosas, mientras yo tan solo sigo recogiendo todo lo que puedo sin hacerla caso y mucho menos responderla.
Cojo un puñado y lo tiro en mi mesilla de noche, para otro día me sirven.
¿Ya pensando en el siguiente cuando ni siquiera estás segura de que te recuperarás de este?-pienso irónica, aunque pensando cosas totalmente lógicas, ya que estoy yo como para que me vuelva a tocar en menos de una semana.
Oigo como mi madre sube las escaleras hacia mi habitación, interrumpiendo mis pensamientos.
--Rápido-digo mientras hecho los que ya no nos da tiempo bajo mi cama.
Nos levantamos rápido y miro a mi alrededor comprobando que no hay nada fuera de lugar, me fijo en Niall., cómo no hacerlo, si aunque recién levantado, habiendo dormido poco, y asustado por mi madre sigue siendo increíblemente perfecto.
--Qué pelos tienes-digo divertida.
--¿Qué pelos tengo?-pregunta extrañado mirando hacia arriba como si así pudiera ver su cabello desordenado.
--De haber echado el polvo de tu vida-digo poniéndome de puntillas para arreglar su pelo.
--Pues ninguna mentira-admite tímido.
Sonrío mientras sigo con su pelo, acariciando su suave pelo con cuidado mientras él me mira a los ojos con una sonrisa, con admiración, como si yo, una chica del montón, fuera para él lo más maravilloso que pueda haber en este mundo.
--Tú también tienes unas pintas...-dice divertido peinando mi pelo con cuidado.
Me peina con ternura, mientras noto como apenas sin darnos cuenta nuestros cuerpos se van juntando, poco a poco, hasta que siento su pecho presionar el mío. Bajo mis manos de su sedoso cabello hasta su nuca, él baja sus grandes manos por todo mi pelo, que cae por la espalda hasta que llega a mi cintura, la cual rodea y pega a la suya. Inclina ligeramente su cabeza hasta dejar nuestra frente unidas, mirándome a esa corta distancia. Sus labios se mueven sin pronunciar palabra un "Te quiero" que me hace sonreír como una boba antes de juntar nuestros labios se forma corta, ya que se oyen un par de toques en la puerta que nos interrumpen y hacen que nos separemos de golpe.
--Un segundo-digo arreglando mi camiseta.
--Eh...Ane...-dice él tímido.
--¿Qué?-pregunto mirándole.
Me tiende mi sujetador con vergüenza, me llevo las manos al pecho y noto la falta de él. Lo cojo de un tirón y lo tiro al suelo.
--Puedes pasar, mamá-digo dándole una patada con el pie metiéndolo bajo la cama, al igual que no sé cuántas cosas más.
La puerta se abre y aparece mi madre con el desayuno en una bandeja, me mira sorprendida, más bien a Niall, supongo que no se lo esperaba, no esperaba que estuviera aquí Niall, no me extraña, ni yo misma había planteado la posibilidad de que acabáramos así.
--Vaya, no sabía que tenías visita-dice dejando el desayuno sobre el escritorio con una amplia y amable sonrisa.
--Eh... sí-digo algo nerviosa-él... vino esta mañana a verme porque...-trato de explicar la presencia de Niall aquí, pero no tengo ni un argumento, genial.
--Porque no me cogía el teléfono y me preocupé-responde ágil el rubio.
--Sí... eso-digo cogiendo su mano con nerviosismo.
--Vale, vale-responde mi madre riendo-¿Te quedas a desayunar?
--Creo que se tiene que ir ya ¿verdad?-digo por intentar salvarlo y llevarme yo sola el rapapolvo-los chicos te habían llamado ¿No?
--Eh...-dice mientras me mira dudoso-claro...
--Está bien-dice mi madre encogiéndose de hombros.
Ando con Niall hacia la puerta, yo con un dolor de tres pares de narices, no solo donde es obvio, si no el cuerpo en general, haciendo que ande de forma algo extraña, tratando de que así me duela menos, aparte del cansancio que llevo encima. Siento que los huesos me pesan lo que en la vida me habían pesado, aparte de mis músculos horriblemente cansados.
--¿Te pasa algo?-pregunta mi madre divertida.
--No, nada, habré dormido mal...o algo...
Miro a Niall, con la cabeza gacha, arrepentido. Acaricio su mejilla dulcemente, acto seguido la beso y le miro con una sonrisa para que no se preocupe, ni que se arrepienta de nada, ya que yo no me arrepiento de lo que pasó anoche, por lo que espero que él tampoco lo haga.
Acompañamos a Niall a la salida, aún con nuestras manos unidas, no dejo que se vaya mientras le miro sonriente esperando un beso de buenos días, él se acerca sonriente a mí con intención de besarme pero se detiene fijando la vista en la mujer que está detrás de mí.
--Vale, vale, sobro, ya me voy-dice levantando las manos como si se rindiera.
Se mete en casa y me acerco a Niall, dejando mi nariz al lado de la suya, pasando mis brazos por su cuello y él los suyos por mis caderas sintiendo su mirada triste y preocupada sobre mí, mientras que yo tan solo sonrío.
--Lo siento-dice dolido-no quería hacerte daño y menos que te durara hasta hoy...
--No te preocupes-digo dándole un pequeño beso en sus dulces labios-estoy bien-aseguro mientras sonrío.
--No es cierto y lo sabes...-dice abrazándome con fuerza, escondiéndome en su fuerte pecho-lo siento...
--Anda, escapa antes de que se dé cuenta de lo que ha pasado y te quiera matar...-digo con una sonrisa.
--Está bien...-dice acariciando mi mejilla con dulzura y una preciosa sonrisa-llámame y quedamos para ir a donde te apetezca...
--Eso está hecho-digo dándole otro beso.
Después de otro par de besos inocentes conseguimos separarnos.
--Te quiero-digo desde la puerta de casa.
--Y yo a ti-responde desde la acera de la calle.
Sonrío como una tonta y me meto en casa esperando las preguntas de mi madre, pero sorprendentemente no llegan, miro extrañada y la busco con la mirada ¿Dónde se ha metido? Miro en la cocina y en el salón, pero nada, subo las escaleras para llegar al piso de arriba, me meto en su habitación, pero tampoco, cuando salgo es ella quien me asalta.
--Cielo-dice divertida-estas cosas cuestan dinero, no las tires por ahí-dice dándome algunos de los preservativos que eché debajo de la cama. Noto como enrojezco y agacho la cabeza-y por el contrario hay otras que sí debes tirar-dice enseñándome el recogedor de la escoba, con los dos abiertos, el roto y el que usamos.
Mi cara enrojece y enrojece por segundos. Ane eres tonta, existen las basuras, existen los cajones, existen mucho sitios para esconder cosas, pero a ti no se te ocurre otra cosa que echarlo por debajo de la cama, claro, todo normal.
--Yo...-intento excusarme pero ella tan solo ríe.
--¡Ane! ¡Ya estoy aquí!-grita mi madre-¿¡Cómo que no has ido al instituto?!
Me muevo ligeramente en la cama, dolorida, sintiendo algo en mi cuerpo que jamás había experimentado, es otro tipo de dolor, completamente distinto, hasta toparme con un cuerpo; el suyo. Abro los ojos cansada y veo su carita de ángel dormido, con la boca ligeramente abierta y respirando tranquilo, sin hacer ruido, con uno de sus brazos apoyado sobre la manta encima de mi cintura. Paso una mano con delicadeza por su mejilla, y sonrío como una tonta, me acerco despacio para sentir sus labios sobre los míos.
--¡Ane! ¿¡Sigues dormida?!-insiste mi madre.
Entonces caigo en la situación en la que ambos nos encontramos. Desnudos, con toda nuestra ropa por cualquier rincón de mi habitación, preservativos en sus envoltorios repartidos por el suelo. Mierda, mierda, mierda.
--Niall, Niall-susurro zarandeándole-despierta, ¡vamos!-me levanto de un salto, arrepintiéndome por el destrozo que siento.
Busco mi ropa interior por el suelo, encontrándome los cientos y cientos (ya será alguno menos) de condones que trajo Niall. Comienzo a vestirme todo lo rápido que mi cuerpo dolorido y cansado me permite.
--¡Niall!-susurro tirando de su pie-¡Que despiertes!
Me gruñe acurrucándose en la cama.
--¡Niall!-insisto, pero me gruñe de nuevo-Niall, cariño mío, cielito, luz de mis ojos-le susurro al oído haciendo que él sonría-mi madre está en casa y quiere verme ¿Cómo crees que reaccionará si ve un chico desnudo en mi cama?.
Abre los ojos de par en par y se queda sentado en la cama de un golpe, con la cara pálida de miedo.
--¿¡Está tu madre?! ¿¡Aquí?!-susurra asustado.
--Sí-respondo divertida.
Pega un salto de la cama mostrándome su desnudez al completo, desvío la mirada hacia la ventana mientras noto como me sonrojo, al verle de esa forma, tan perfecta, como es de obviar, pero al mismo tiempo una forma en la que no creo que debiera encontrarse estando mi madre viniendo a mi cuarto.
--Vístete, por favor-le pido.
Comienza a buscar toda su ropa mientras yo hago lo mismo a una velocidad de vértigo.
--¿Dónde echaste mi camiseta?-pregunta abrochándose los pantalones.
--Y yo qué sé-le respondo poniéndome los zapatos.
Cojo las mantas para hacer la cama rápido, ya que supongo que mi madre estará haciendo el desayuno y no dispongo de mucho tiempo.
--Oh, perfecto...-digo viendo un manchurrón de sangre en la sábana-como lo vea...-digo poniendo las mantas por encima de forma rápida para que no se vea.
--Aleluya, mi camiseta-dice contento mientras se la pone.
Cojo una camiseta cualquiera y me la pongo. Necesito tiempo, más tiempo, ojalá pudiera pararlo para no llevarme ninguna bronca como la que supongo que me caerá en cuanto mamá se dé cuenta de todo lo que ha pasado.
--Inteligente de ideas fantásticas-digo agachándome al suelo-o recogemos todo esto o podemos armar digo cogiendo varios de los preservativos, aún en sus envoltorios.
Niall se agacha y comienza a recogerlos y guardarlos en sus vaqueros con velocidad y algo de miedo por la situación en la que estamos, con mi madre llamándome, preguntándome cosas, mientras yo tan solo sigo recogiendo todo lo que puedo sin hacerla caso y mucho menos responderla.
Cojo un puñado y lo tiro en mi mesilla de noche, para otro día me sirven.
¿Ya pensando en el siguiente cuando ni siquiera estás segura de que te recuperarás de este?-pienso irónica, aunque pensando cosas totalmente lógicas, ya que estoy yo como para que me vuelva a tocar en menos de una semana.
Oigo como mi madre sube las escaleras hacia mi habitación, interrumpiendo mis pensamientos.
--Rápido-digo mientras hecho los que ya no nos da tiempo bajo mi cama.
Nos levantamos rápido y miro a mi alrededor comprobando que no hay nada fuera de lugar, me fijo en Niall., cómo no hacerlo, si aunque recién levantado, habiendo dormido poco, y asustado por mi madre sigue siendo increíblemente perfecto.
--Qué pelos tienes-digo divertida.
--¿Qué pelos tengo?-pregunta extrañado mirando hacia arriba como si así pudiera ver su cabello desordenado.
--De haber echado el polvo de tu vida-digo poniéndome de puntillas para arreglar su pelo.
--Pues ninguna mentira-admite tímido.
Sonrío mientras sigo con su pelo, acariciando su suave pelo con cuidado mientras él me mira a los ojos con una sonrisa, con admiración, como si yo, una chica del montón, fuera para él lo más maravilloso que pueda haber en este mundo.
--Tú también tienes unas pintas...-dice divertido peinando mi pelo con cuidado.
Me peina con ternura, mientras noto como apenas sin darnos cuenta nuestros cuerpos se van juntando, poco a poco, hasta que siento su pecho presionar el mío. Bajo mis manos de su sedoso cabello hasta su nuca, él baja sus grandes manos por todo mi pelo, que cae por la espalda hasta que llega a mi cintura, la cual rodea y pega a la suya. Inclina ligeramente su cabeza hasta dejar nuestra frente unidas, mirándome a esa corta distancia. Sus labios se mueven sin pronunciar palabra un "Te quiero" que me hace sonreír como una boba antes de juntar nuestros labios se forma corta, ya que se oyen un par de toques en la puerta que nos interrumpen y hacen que nos separemos de golpe.
--Un segundo-digo arreglando mi camiseta.
--Eh...Ane...-dice él tímido.
--¿Qué?-pregunto mirándole.
Me tiende mi sujetador con vergüenza, me llevo las manos al pecho y noto la falta de él. Lo cojo de un tirón y lo tiro al suelo.
--Puedes pasar, mamá-digo dándole una patada con el pie metiéndolo bajo la cama, al igual que no sé cuántas cosas más.
La puerta se abre y aparece mi madre con el desayuno en una bandeja, me mira sorprendida, más bien a Niall, supongo que no se lo esperaba, no esperaba que estuviera aquí Niall, no me extraña, ni yo misma había planteado la posibilidad de que acabáramos así.
--Vaya, no sabía que tenías visita-dice dejando el desayuno sobre el escritorio con una amplia y amable sonrisa.
--Eh... sí-digo algo nerviosa-él... vino esta mañana a verme porque...-trato de explicar la presencia de Niall aquí, pero no tengo ni un argumento, genial.
--Porque no me cogía el teléfono y me preocupé-responde ágil el rubio.
--Sí... eso-digo cogiendo su mano con nerviosismo.
--Vale, vale-responde mi madre riendo-¿Te quedas a desayunar?
--Creo que se tiene que ir ya ¿verdad?-digo por intentar salvarlo y llevarme yo sola el rapapolvo-los chicos te habían llamado ¿No?
--Eh...-dice mientras me mira dudoso-claro...
--Está bien-dice mi madre encogiéndose de hombros.
Ando con Niall hacia la puerta, yo con un dolor de tres pares de narices, no solo donde es obvio, si no el cuerpo en general, haciendo que ande de forma algo extraña, tratando de que así me duela menos, aparte del cansancio que llevo encima. Siento que los huesos me pesan lo que en la vida me habían pesado, aparte de mis músculos horriblemente cansados.
--¿Te pasa algo?-pregunta mi madre divertida.
--No, nada, habré dormido mal...o algo...
Miro a Niall, con la cabeza gacha, arrepentido. Acaricio su mejilla dulcemente, acto seguido la beso y le miro con una sonrisa para que no se preocupe, ni que se arrepienta de nada, ya que yo no me arrepiento de lo que pasó anoche, por lo que espero que él tampoco lo haga.
Acompañamos a Niall a la salida, aún con nuestras manos unidas, no dejo que se vaya mientras le miro sonriente esperando un beso de buenos días, él se acerca sonriente a mí con intención de besarme pero se detiene fijando la vista en la mujer que está detrás de mí.
--Vale, vale, sobro, ya me voy-dice levantando las manos como si se rindiera.
Se mete en casa y me acerco a Niall, dejando mi nariz al lado de la suya, pasando mis brazos por su cuello y él los suyos por mis caderas sintiendo su mirada triste y preocupada sobre mí, mientras que yo tan solo sonrío.
--Lo siento-dice dolido-no quería hacerte daño y menos que te durara hasta hoy...
--No te preocupes-digo dándole un pequeño beso en sus dulces labios-estoy bien-aseguro mientras sonrío.
--No es cierto y lo sabes...-dice abrazándome con fuerza, escondiéndome en su fuerte pecho-lo siento...
--Anda, escapa antes de que se dé cuenta de lo que ha pasado y te quiera matar...-digo con una sonrisa.
--Está bien...-dice acariciando mi mejilla con dulzura y una preciosa sonrisa-llámame y quedamos para ir a donde te apetezca...
--Eso está hecho-digo dándole otro beso.
Después de otro par de besos inocentes conseguimos separarnos.
--Te quiero-digo desde la puerta de casa.
--Y yo a ti-responde desde la acera de la calle.
Sonrío como una tonta y me meto en casa esperando las preguntas de mi madre, pero sorprendentemente no llegan, miro extrañada y la busco con la mirada ¿Dónde se ha metido? Miro en la cocina y en el salón, pero nada, subo las escaleras para llegar al piso de arriba, me meto en su habitación, pero tampoco, cuando salgo es ella quien me asalta.
--Cielo-dice divertida-estas cosas cuestan dinero, no las tires por ahí-dice dándome algunos de los preservativos que eché debajo de la cama. Noto como enrojezco y agacho la cabeza-y por el contrario hay otras que sí debes tirar-dice enseñándome el recogedor de la escoba, con los dos abiertos, el roto y el que usamos.
Mi cara enrojece y enrojece por segundos. Ane eres tonta, existen las basuras, existen los cajones, existen mucho sitios para esconder cosas, pero a ti no se te ocurre otra cosa que echarlo por debajo de la cama, claro, todo normal.
--Yo...-intento excusarme pero ella tan solo ríe.
Baja las escaleras aún riendo y yo tras ella extrañada. Veo como va a la cocina y tira lo pertinente.
--Mamá-digo algo confusa.
--Dime-dice mientras sube las escaleras de nuevo y yo con ella.
--¿No...me...me dices...nada?-pregunto nerviosa.
--¿De qué?-pregunta entrando en mi cuarto.
--De...eso...
--¿Qué quieres que te diga?-pregunta cogiendo las mantas de mi cama, dejando ver aquella mancha. Se gira mirándome extrañada-¿De verdad?-pregunta sorprendida-¿él ha sido el primero?-asiento con la cabeza-pensé que había habido otros-dice mientras coge las mantas y se vuelve a bajo.
--¿Qué otros?-pregunto desde lo alto de la escalera.
--No sé, como te veía tan cariñosa con Harry...-responde desde la cocina.
--¡Por supuesto que no hice nada con él!-digo avergonzada-es mi hermano...
--Ya sé que es tu hermano, ni que no le hubiese parido, no le costó ni nada salir al pobre, tú casi te caes, literalmente, en el pasillo del hospital-dice riendo.
--Entonces ¿Yo soy la mayor?-pregunto sonriente.
--Por un par de horas sí-dice subiendo las escaleras hasta llegar junto a mí-¿te encuentras bien?
--Sí, solo cansada-admito.
--Eres una exagerada, ni que te hubieran pegado, andas que da risa-admite divertida-Soy de las pocas madres que no atosigan a su hija y menos por estas cosas y eres tú la que quiere hablar, normalmente se le cuenta a las amigas-dice riendo-¿Quieres que lo hablemos?
Niego con la cabeza avergonzada, como para contárselo, que vergüenza por favor. Tierra ábrete y tragame, por favor...
--Solo pensé que me ibas a regañar.
--Creo que eres mayorcita para saber lo que te haces, además, precavidos habéis sido, eso me deja más tranquila-dice antes de besar mi cabeza con dulzura-no quiero ser abuela tan pronto-dice divertida haciendo que me sonroje de nuevo-anda, vete a dormir que habrás dormido poco-dice con humor-pero que sepas que es el último día de clase que te pierdes-agrega con todo autoritario, pero al mismo tiempo divertido.
Asiento con la cabeza y subo a mi cuarto. Un problema menos, mamá no me va a regañar, genial.
Según entro veo a Harry, asomado a la ventana, esperándome con una sonrisa y, como siempre, en ropa interior, un día de estos pilla un catarro.
Me asomo a la ventana para hablar con él, apoyando mis brazos en el alféizar.
--Qué cara tienes-dice riendo.
--¿Qué cara de qué?-pregunto confusa.
--De no haber dormido-responde algo serio-ayer de madrugada oí gritos ¿estás bien?
Noto como me pongo colorada. Mierda, ya me ha pillado, ¿ahora cómo se lo explico, con lo celoso que es? va a matar al pobre de Niall, mierda, mierda, mierda...
--Sí...nada importante...
--Vamos, cuenta ¿te encuentras mal?-pregunta con preocupación.
--No...estoy bien-digo nerviosa.
--¿Y por qué gritabas? parecía que te estuviesen dando una paliza...
--Eh...nada...
Si se lo cuento se la va a armar a Niall, como si lo viera, no sabe por qué me protege, ni por qué me quiere, pero lo hace y a veces, de forma excesiva y como sepa que su amigo lo ha hecho conmigo le castra, pero del todo.
--¿Qué hay de eso que entre nosotros no hay secretos?-dice poniéndome morritos adorables.
--No te enfades, ni mates a nadie ¿vale?
--¿Por qué iba a hacerlo?-pregunta confuso.
--Anoche estuve con Niall...
Veo como aprieta la mandíbula con fuerza, sus ojos de repente se han vuelto oscuros, cosa que hace que me asuste, su cara parece coger un color rojo bastante extraño por el enfado, sabía que se enfadaría, pero tanto...
--Miserable...-murmura por lo bajo-asqueroso...
--Dijiste que no te enfadarías-le reprocho.
--¿Cómo no voy a hacerlo después de lo que te ha hecho?-dice casi echando humo por las orejas.
--No hizo nada malo-digo con algo de cabreo.
--¿Que no? Eso se denuncia y si no lo haces tú lo hago yo.
--¿Denunciar?-digo totalmente perdida-por eso no se denuncia.
--No, ahora el maltrato y más de genero no se va a denunciar-dice sarcástico.
--¿Maltrato?-pregunto con los ojos abiertos por la sorpresa-¿De qué hablas?
--¿No gritabas ayer porque te pegaba?-pregunta extrañado
--¡Por supuesto que no!-grito enfadada-¡Él nunca me haría daño!
--¿Entonces?
--Por Dios Harry...tan solo hicimos el amor.
--Ah, pensé que te había hecho daño...espera... ¿¡Que hicisteis qué?!-pregunta con los ojos saliéndose por pocos de las órbitas.
Río divertida al ver su reacción, con cara de niña inocente mientras él tan solo me mira alucinado, sin poder creérselo.
--Nada, nada...-respondo riendo.
--Ahora sí le mato-dice cabreado-pero bien matado.
--Oh, venga, yo no te maté ni a ti ni a Marta cuando os pillé en el armario, ni cuando os pillé en el baño, ni cuando se os oye a kilómetros-comento con humor.
--Pero no parecías muy contenta... ¿Te hizo daño?-pregunta ahora entristecido.
--Él no puede controlar eso...-digo defendiéndole.
--Ya, ya...pero como le pille...se le quitan las ganas de otro...tendría cuidado ¿verdad?
--Mucho-digo harta ya.
--Y sería precavido ¿no?
--Eso se lo preguntas a tu amigo Louis-digo riendo.
--Mamá-digo algo confusa.
--Dime-dice mientras sube las escaleras de nuevo y yo con ella.
--¿No...me...me dices...nada?-pregunto nerviosa.
--¿De qué?-pregunta entrando en mi cuarto.
--De...eso...
--¿Qué quieres que te diga?-pregunta cogiendo las mantas de mi cama, dejando ver aquella mancha. Se gira mirándome extrañada-¿De verdad?-pregunta sorprendida-¿él ha sido el primero?-asiento con la cabeza-pensé que había habido otros-dice mientras coge las mantas y se vuelve a bajo.
--¿Qué otros?-pregunto desde lo alto de la escalera.
--No sé, como te veía tan cariñosa con Harry...-responde desde la cocina.
--¡Por supuesto que no hice nada con él!-digo avergonzada-es mi hermano...
--Ya sé que es tu hermano, ni que no le hubiese parido, no le costó ni nada salir al pobre, tú casi te caes, literalmente, en el pasillo del hospital-dice riendo.
--Entonces ¿Yo soy la mayor?-pregunto sonriente.
--Por un par de horas sí-dice subiendo las escaleras hasta llegar junto a mí-¿te encuentras bien?
--Sí, solo cansada-admito.
--Eres una exagerada, ni que te hubieran pegado, andas que da risa-admite divertida-Soy de las pocas madres que no atosigan a su hija y menos por estas cosas y eres tú la que quiere hablar, normalmente se le cuenta a las amigas-dice riendo-¿Quieres que lo hablemos?
Niego con la cabeza avergonzada, como para contárselo, que vergüenza por favor. Tierra ábrete y tragame, por favor...
--Solo pensé que me ibas a regañar.
--Creo que eres mayorcita para saber lo que te haces, además, precavidos habéis sido, eso me deja más tranquila-dice antes de besar mi cabeza con dulzura-no quiero ser abuela tan pronto-dice divertida haciendo que me sonroje de nuevo-anda, vete a dormir que habrás dormido poco-dice con humor-pero que sepas que es el último día de clase que te pierdes-agrega con todo autoritario, pero al mismo tiempo divertido.
Asiento con la cabeza y subo a mi cuarto. Un problema menos, mamá no me va a regañar, genial.
Según entro veo a Harry, asomado a la ventana, esperándome con una sonrisa y, como siempre, en ropa interior, un día de estos pilla un catarro.
Me asomo a la ventana para hablar con él, apoyando mis brazos en el alféizar.
--Qué cara tienes-dice riendo.
--¿Qué cara de qué?-pregunto confusa.
--De no haber dormido-responde algo serio-ayer de madrugada oí gritos ¿estás bien?
Noto como me pongo colorada. Mierda, ya me ha pillado, ¿ahora cómo se lo explico, con lo celoso que es? va a matar al pobre de Niall, mierda, mierda, mierda...
--Sí...nada importante...
--Vamos, cuenta ¿te encuentras mal?-pregunta con preocupación.
--No...estoy bien-digo nerviosa.
--¿Y por qué gritabas? parecía que te estuviesen dando una paliza...
--Eh...nada...
Si se lo cuento se la va a armar a Niall, como si lo viera, no sabe por qué me protege, ni por qué me quiere, pero lo hace y a veces, de forma excesiva y como sepa que su amigo lo ha hecho conmigo le castra, pero del todo.
--¿Qué hay de eso que entre nosotros no hay secretos?-dice poniéndome morritos adorables.
--No te enfades, ni mates a nadie ¿vale?
--¿Por qué iba a hacerlo?-pregunta confuso.
--Anoche estuve con Niall...
Veo como aprieta la mandíbula con fuerza, sus ojos de repente se han vuelto oscuros, cosa que hace que me asuste, su cara parece coger un color rojo bastante extraño por el enfado, sabía que se enfadaría, pero tanto...
--Miserable...-murmura por lo bajo-asqueroso...
--Dijiste que no te enfadarías-le reprocho.
--¿Cómo no voy a hacerlo después de lo que te ha hecho?-dice casi echando humo por las orejas.
--No hizo nada malo-digo con algo de cabreo.
--¿Que no? Eso se denuncia y si no lo haces tú lo hago yo.
--¿Denunciar?-digo totalmente perdida-por eso no se denuncia.
--No, ahora el maltrato y más de genero no se va a denunciar-dice sarcástico.
--¿Maltrato?-pregunto con los ojos abiertos por la sorpresa-¿De qué hablas?
--¿No gritabas ayer porque te pegaba?-pregunta extrañado
--¡Por supuesto que no!-grito enfadada-¡Él nunca me haría daño!
--¿Entonces?
--Por Dios Harry...tan solo hicimos el amor.
--Ah, pensé que te había hecho daño...espera... ¿¡Que hicisteis qué?!-pregunta con los ojos saliéndose por pocos de las órbitas.
Río divertida al ver su reacción, con cara de niña inocente mientras él tan solo me mira alucinado, sin poder creérselo.
--Nada, nada...-respondo riendo.
--Ahora sí le mato-dice cabreado-pero bien matado.
--Oh, venga, yo no te maté ni a ti ni a Marta cuando os pillé en el armario, ni cuando os pillé en el baño, ni cuando se os oye a kilómetros-comento con humor.
--Pero no parecías muy contenta... ¿Te hizo daño?-pregunta ahora entristecido.
--Él no puede controlar eso...-digo defendiéndole.
--Ya, ya...pero como le pille...se le quitan las ganas de otro...tendría cuidado ¿verdad?
--Mucho-digo harta ya.
--Y sería precavido ¿no?
--Eso se lo preguntas a tu amigo Louis-digo riendo.
--¿Louis?-pregunta extrañado-¿Por qué tengo que preguntar a Lou si Niall fue precavido anoche contigo?
Río y me meto a mi habitación, me acerco a la mesilla y cojo el puñado que guardé. Vuelvo a la ventana donde Harry me mira extrañado, le enseño todos los que tengo y me mira con los ojos como platos.
--Que yo te di solo uno-dice alucinado-¿Y todos esos?
--Niall-digo guardándolos de nuevo-le dijo a Lou que iba a venir a casa y que como estábamos solos...pues que tuviese cuidado. Ese chico debe de tener la colección primavera-verano Durex ¿Eh?-digo divertida.
--Será ya primavera, pero sigue haciendo frío-dice mirando el suelo con charcos por la lluvia que cae cada dos por tres.
--Deberías ponerte algo antes de que te resfríes.
--Lo mismo digo-dice divertido, haciendo que le mire extrañada, yo voy vestida-no llevas sujetador-dice aguantando la risa-no vaya a ser que las gemelas cojan frío-dice estallando a carcajadas.
--Ja-Ja, eres muy gracioso-digo irónica-por esa regla de tres tapa a tu amiguito antes de que se resfríe.
--Era broma, no te enfades-dice con su sonrisa de niño bueno.
--Ya, ya-digo riendo.
Llaman al timbre haciendo que frunza el ceño, ¿por qué a estas horas? ¿por qué? seguro que ya me quieren vender algo...
--¿Quién puede ser a estas horas?-pregunto extrañada y al mismo tiempo molesta.
Él se encoge de hombros extrañado, con cara de no tener ni idea, aunque tampoco sería muy normal que él tuviera idea sobre quién es quien llama a mi puerta a estas horas, bueno, horas, lo estoy diciendo como si fueran las cinco de la mañana cuando en realidad son pasadas las diez.
--¿No esperabas visita?-pregunta asomándose por la ventana a ver si consigue ver quién llama.
--Pues no.
--Vete a abrir, no vaya a ser que sea importante.
--Ya voy, ya voy.
Quien sea el del timbre, insiste, será pesado, madre mía... ¿Por qué no abrirá la puerta mamá? ya se habrá puesto los cascos y no escuchará nada. A veces pienso que soy más madura que ella, ya que ella parece una adolescente en muchas ocasiones
--¡QUE YA VA!-grito para que me escuche el de abajo haciendo que Harry ría-tú ve adentro antes de que te pongas malo-le regaño.
--Vale mami-dice divertido, pero cae en lo que dice en su cara se ve la profunda tristeza.
La tristeza, la soledad, el dolor, la culpabilidad, todo, todo se le junta, haciendo que de un momento a otro estalle por completo en lágrimas, lo que hace que se me encoja el corazón al verlo tan sumamente débil y desvalido.
Si supiera que su madre está a menos de diez metros...
--Venga...-digo con una sonrisa animándole-ponte algo.
--Ya, ya voy...-dice en bajo mientras cierra la ventana despacio y veo como se va de su cuarto, cerrando la puerta de la habitación.
Me encantaría bajar corriendo, ir a su casa, abrazarle y decirle que tanto su madre como su hermana le quieren...pero lo único que voy a hacer es pegar un guantazo al pesado que no deja de llamar.
Me pongo el sujetador, ya que es la única prenda que falta en mi cuerpo, bajo malhumorada las escaleras y abro la puerta de mala leche. Me sorprendo con la persona que me encuentro.
--¿Liam?-pregunto extrañada.
Río y me meto a mi habitación, me acerco a la mesilla y cojo el puñado que guardé. Vuelvo a la ventana donde Harry me mira extrañado, le enseño todos los que tengo y me mira con los ojos como platos.
--Que yo te di solo uno-dice alucinado-¿Y todos esos?
--Niall-digo guardándolos de nuevo-le dijo a Lou que iba a venir a casa y que como estábamos solos...pues que tuviese cuidado. Ese chico debe de tener la colección primavera-verano Durex ¿Eh?-digo divertida.
--Será ya primavera, pero sigue haciendo frío-dice mirando el suelo con charcos por la lluvia que cae cada dos por tres.
--Deberías ponerte algo antes de que te resfríes.
--Lo mismo digo-dice divertido, haciendo que le mire extrañada, yo voy vestida-no llevas sujetador-dice aguantando la risa-no vaya a ser que las gemelas cojan frío-dice estallando a carcajadas.
--Ja-Ja, eres muy gracioso-digo irónica-por esa regla de tres tapa a tu amiguito antes de que se resfríe.
--Era broma, no te enfades-dice con su sonrisa de niño bueno.
--Ya, ya-digo riendo.
Llaman al timbre haciendo que frunza el ceño, ¿por qué a estas horas? ¿por qué? seguro que ya me quieren vender algo...
--¿Quién puede ser a estas horas?-pregunto extrañada y al mismo tiempo molesta.
Él se encoge de hombros extrañado, con cara de no tener ni idea, aunque tampoco sería muy normal que él tuviera idea sobre quién es quien llama a mi puerta a estas horas, bueno, horas, lo estoy diciendo como si fueran las cinco de la mañana cuando en realidad son pasadas las diez.
--¿No esperabas visita?-pregunta asomándose por la ventana a ver si consigue ver quién llama.
--Pues no.
--Vete a abrir, no vaya a ser que sea importante.
--Ya voy, ya voy.
Quien sea el del timbre, insiste, será pesado, madre mía... ¿Por qué no abrirá la puerta mamá? ya se habrá puesto los cascos y no escuchará nada. A veces pienso que soy más madura que ella, ya que ella parece una adolescente en muchas ocasiones
--¡QUE YA VA!-grito para que me escuche el de abajo haciendo que Harry ría-tú ve adentro antes de que te pongas malo-le regaño.
--Vale mami-dice divertido, pero cae en lo que dice en su cara se ve la profunda tristeza.
La tristeza, la soledad, el dolor, la culpabilidad, todo, todo se le junta, haciendo que de un momento a otro estalle por completo en lágrimas, lo que hace que se me encoja el corazón al verlo tan sumamente débil y desvalido.
Si supiera que su madre está a menos de diez metros...
--Venga...-digo con una sonrisa animándole-ponte algo.
--Ya, ya voy...-dice en bajo mientras cierra la ventana despacio y veo como se va de su cuarto, cerrando la puerta de la habitación.
Me encantaría bajar corriendo, ir a su casa, abrazarle y decirle que tanto su madre como su hermana le quieren...pero lo único que voy a hacer es pegar un guantazo al pesado que no deja de llamar.
Me pongo el sujetador, ya que es la única prenda que falta en mi cuerpo, bajo malhumorada las escaleras y abro la puerta de mala leche. Me sorprendo con la persona que me encuentro.
--¿Liam?-pregunto extrañada.