sábado, 31 de agosto de 2013

Capítulo 39. Super Zayn.

Narra María.
--Llámame como quieras, preciosa-ese simple jadeo hace que vuelva a la realidad. Esa voz tan grave, ronca, tan llena de chulería y autosuficiencia...por muchos ojos bonitos y atrayentes, por mucho que sus ojos puedan asemejarse a los de Zayn, no es él. Está más que claro que no es él. Y algo dentro de mí se molesta por el hecho de que no sea él, el que me esté tocando. Otra parte de mí se molesta con la parte ya molesta por pensar algo así.
--No, espera, Jake-respondo con mis manos en sus hombros, tratando de alejarle de mí tanto como me es posible, aunque él no cede.
--Soy Jason-murmura como si tal cosa. Aparta mis brazos de un solo manotazo y vuelve a posar sus labios sobre los míos. Me reprimo mucho para no morderle la lengua y arrancársela a lo Kill Bill. Creo que eso sale en la segunda parte de la película...
--Bueno, lo que sea. Para.

Al ver que no hace caso y que realmente empieza a agobiarme y asquearme, doy un golpe contundente en su pecho, que le aleja lo suficiente de mí como para que yo pueda escabullirme. Mientras él se acaricia la zona golpeada, con gesto confuso, yo recojo mi ropa del suelo y me la pongo como si tal cosa, preparada para volver a casa, para poner en orden mis pensamientos, y para intentar olvidar a Zayn para volver a mi rutina de sexo con desconocidos aleatorios.

--¿Qué haces?-pregunta mientras yo abrocho mi falda. Me giro un poco para verle y dar con que tiene un ceño fruncido en su cara-No te vistas.
--Sí, sí me visto porque me voy. Hoy no me apetece-respondo muy segura mientras busco mi bolso, para así poder largarme de una vez.
--Pero no hemos terminado-se acerca a mí sin dudarlo, metiendo una mano bajo mi jersey. Yo me alejo de él, mirándole ya molesta con su comportamiento tan sobón. Cuando una persona dice que no, es que no, no es un "Convenceme"
--Lo sé, pero no quiero. Me voy a casa-agarro mi bolso una vez lo he localizado y me dirijo a la puerta de salida, sin querer dedicarle más tiempo ni más palabras a este chico.
--De eso nada-responde con un tono casi agresivo, el cual ignoro mientras abro la puerta-ahora acabas lo que empezaste.
--No te lo crees ni tú-respondo con cierta diversión-Aún te quedan las manitas, amigo-añado antes de salir de su casa.

Miro al final de la calle, tratando de recordar si realmente he venido por ahí...¿o ha sido por la derecha? Joder. A Louis no le va a hacer gracia tener que venir hasta aquí a por mí...
No llego a dar más de tres pasos, cuando una mano me agarra con violencia, girándome hacia el causante.

--Tú ahora no te vas, me lo debes-el amigo Jason no parece rendirse.
--Tío, esto no es una negociación. He dicho que no y es que no. Déjame en paz-trato de librarme de su mano con un gesto brusco, pero él solo aprieta más fuerte, y debo admitir que empieza a dolerme...y a asustarme.-Oye, déjame, me haces daño...
--Me da igual. Me dijiste que lo haríamos y lo vamos a hacer-una sonrisa cruza su rostro, al tiempo que un escalofrío lo hace por mi espalda. Sus labios de nuevo atacan los míos, y esta vez no dudo en morder su labio para que se aparte. Cuando lo hace, un escupitajo llega a su cara.

--Tú a mí no me besas sin permiso, cariño-le dejo bien en claro, todavía tratando de zafarme de su agarre, sin mucho éxito.
--No me vaciles niñata, aquí soy yo el que decide.
--Déjame en paz.
--No, bonita. Vamos a ir adentro, vamos a follar y hasta que no me corra, no te vas a ir. Lo entiendes ¿verdad?
--Te ha dicho que la dejes-una voz llena de ira surge a mis espaldas, y mucho más lejos de sentirme más atemorizada, me siento tranquila, a salvo después de todo. No tengo que girarme para saber que se trata de Zayn...y por una vez agradezco sus instintos de protección que le llegan a seguirme a todas partes, aunque pueda sonar un poco psicótico el asunto.
--¿Tú quién te crees? Vete a rezar a la Meca o a donde coño quieras, moro de mierda. Este no es tu problema.
--¿Qué me has llamado?-su voz se hace aún más grave, rozando el gruñido, y sé que le falta muy poco para perder los papeles. Por alguna razón, las palabras no pueden salir de mí para defenderle, y ganas no me faltan.
--Morito, solo te informo de lo que eres-Jason dice con una asquerosa sonrisa de lado a lado de su cara. Este es todo un desquiciado, sin duda alguna.
--Mira. Esto es lo que vamos a hacer-Zayn habla con el tono más calmo que le es posible, aunque se siente la tensión en todo su rostro-Tú la dejas en paz, porque es lo que ella quiere, y yo no llamo a la policía y te acuso de acoso y casi violación, ¿cómo lo ves?
--¿Quién te crees que eres para ordenarme? Vete a poner una bomba o algo así. No te metas donde no te llaman.

Y ante esas duras y racistas palabras, mi puño reacciona antes que mis cuerdas vocales. Mi mano cerrada impacta en la nariz de este gilipollas con el que pretendía acostarme, y de inmediato suelta mi mano. Zayn es ahora el que me coge, con una suavidad y una delicadeza, que cualquiera diría que teme romperme.
El castaño se lleva una mano a la nariz, maldiciendo una y otra vez, mientras veo como un reguero se sangre cae a la acera.

--Vamonos de aquí-murmuro en dirección a mi salvador. Él solo asiente con la cabeza, todavía con la mandíbula apretada, como si no hubiera acabado la pelea-Zayn, no merece la pena...
--Sí, iros antes de que sea yo el que llame a la policía-brama, totalmente fuera de sí, apartándose la mano del rostro, y por tanto dejando que más gotas sanguinolentas manchen el suelo-Pero no te preocupes cariño...-una sonrisa macabra vuelve a extenderse por su cara. Sus ojos están abiertos como platos, y si antes tenía dudas de ello, ahora estoy segura de que este tío está como una cabra-Ya te cogeré cuando el guardaespaldas no esté mirando-antes de que me pueda apartar, alarga una de sus manos llenas de sangre y acaricia mi mejilla. La limpio rápidamente, con toda la repugnancia del mundo, mientras me doy media vuelta.

Todavía nos dedica palabras, insultos y amenazas mientras caminamos lejos de él. Después de eso, solo hay silencio entre nosotros, mientras yo sigo intentando quitarme su caricia repulsiva de mi mejilla. Todavía siento el líquido denso y caliente acariciar mi piel. 
La calle está completamente vacía y con rastros de lluvia en el suelo. Me sorprende que no siga lloviendo, y en el fondo lo agradezco, ya que no llevo chaq-
Lo retiro todo cuando siento una gota caer en mi mejilla, seguida de otra en mi cabeza. Antes de dar cuatro pasos más, está cayendo todo el agua del mundo sobre nosotros. Eso solo hace que me cabree más toda esta situación, y sin que él tenga la culpa de nada, sino todo lo contrario, me detengo en medio de la calle y me quedo frente a Zayn.
Él detiene su paso de inmediato, con la cabeza gacha. Su pelo negro azabache cae mojado por su frente, al igual que todo el mío, pegándose a mi cara y a mi cuello.

--¿Me estabas siguiendo otra vez?-no puedo evitar preguntarle. Él no se molesta ni ante la pregunta, ni ante el hecho de que nos esté diluviando encima. Dudo de que incluso me haya oído a causa del ruido de las gotas contra el asfalto.
--¿T-te ha hecho daño?-es lo único que él responde.

Cierro mi enorme bocaza Tomnlinson, y abro mis ojos con cierta sorpresa. Realmente está preocupado por mí, por lo que me haya podido hacer. De inmediato, llevo mi mano izquierda a la muñeca derecha, acariciando al darme cuenta de que todavía siento los dedos apretando en mi piel. Casi tengo la certeza de que me va a dejar marcar.

--No. Estoy bien. Solo se le ha ido un poco la olla-respondo todavía con tono perplejo.

Zayn asiente con la cabeza, antes de alzarla para mirarme. Sus ojos, ahora increíblemente oscuros, me miran con una tristeza indescriptible. 

--¿Estás bien?-no puedo evitar preguntar, sintiendo toda la culpabilidad caer sobre mí, calándome más de lo que puede estar haciendo el agua, que ya hace tiempo había enfriado mi piel.
--¿Crees que soy peligroso?-pregunta tan bajo que al principio no logro entenderlo.
--¿Peligroso? ¿Tú?-de nuevo mi voz sorprendida-Zayn, me acabas de salvar de un polvo con un loco. No eres peligroso.
--¿Piensas que sería capaz de poner una bomba? ¿Que podría hacer daño a alguien?
--¡No!-casi chillo. De alguna forma, me he acercado a él, tanto que puedo ver como hay gotas que ruedan por sus mejillas que no vienen del cielo-Zayn, no eres una mala persona. No puedes serlo...No dejes que un comentario racista y sin fundamento te afecte-me dejo llevar por la intimidad del momento y llevo una mano a su mejilla, húmeda y fría como mi propia mano-Eres una persona maravillosa...

Siento cómo nuestros rostros se atraen entre sí, acercándose el uno al otro. Puedo sentir su aliento rozar mis labios, cómo una de sus manos tantea para acabar en mi cadera. Demasiado cerca. Demasiado íntimo. Demasiado real. Demasiado...a la antigua e ingenua María. Aparto mi rostro del suyo, intentando que sea de la manera menos brusca posible, pero sé que de todas manera le ha dolido mi nuevo rechazo.

--Debería volver a casa-susurro, todavía mirándole a los ojos-No quiero tener que darle la razón a Louis con eso de que debía coger la chaqueta-intento bromear, pero sé que ni mi tono ni mi cara han sido convincentes. Él solo asiente con la cabeza.

Seguimos el camino de vuelta a casa. Mojados, con la lluvia cayendo sobre nosotros, pero sin la mínima intención de correr por el momento. Total, más mojados no podemos estar ya.
Por el rabillo del ojo veo cómo el cuerpo de Zayn está echado hacia delante, decaído, siendo acompañado por su cabeza gacha. Algo dentro de mi pecho se aprieta, y sé que es arrepentimiento. Aprieto tanto mis ojos como mis labios por un segundo antes de romper de nuevo el silencio entre nosotros.

--Mira Zayn...lo siento ¿vale? pero no quiero un novio-suelto sin más-Tú tu vida y yo la mía. Podemos besarnos, podemos acostarnos, incluso...accedería a quedarme una noche entera en tu casa, pero ya está. Hasta ahí llega el "nosotros". Cada uno con sus rollos y....su vida.
--¿Es la única forma en la que puedo estar junto a ti?-pregunta pasados unos segundos, ya cuando pensaba que no iba a responder. Asiento con la cabeza sin apartar mi mirada del final de la calle-¿No hay otra forma?-niego con la cabeza esta vez, y puedo escuchar cómo suspira, aún con todo el ruido de la lluvia-Me tendré que conformar-y aunque sé que debería callarme, no puedo evitar hablar de nuevo, dejándole claro la realidad de la situación: él...tiene alguna clase de sentimientos por mí, quiere una relación; yo solo quiero sexo...puede que ya no con todo el mundo, sino únicamente con él, pero ya está. Solo sexo. Contacto físico.
--No puedes simplemente esperar a que...madure. No vas a poder aguantar ver cómo voy de una cama a otra-miento un poco, sin realmente querer darle esperanzas.

Aún con la lluvia de por medio, veo como su mandíbula de nuevo se endurece.

--Me aguantaré-masculla con los dientes apretados.

Decido no hacerle más daño con este tema. No se merece que nadie le haga daño. Mucho menos alguien como yo.
Llegamos a casa de Louis antes de lo que me hubiera imaginado. Pienso en que él se dará media vuelta y se irá a su casa, pero me sigue cuando abro la puerta y entro. Está claro que no se va a rendir, aunque tampoco me va a presionar. 
Me sorprendo al ver a la cantidad de gente que hay en el salón, ya que normalmente si me encuentro a alguien es a Harry, en la cocina y desayunando. Aunque claro, que cuando eso pasa con al menos las nueve de la mañana...y no las dos de la madrugada. Creo que es la primera vez que llego tan pronto, y supongo que se lo debo agradecer al psicópata de Jason y a Súper Zayn.
Me acerco con cuidado al sillón donde apenas puedo vislumbrar a mi hermano gracias a los anuncios de la televisión, y veo que está dormido. Opto por no despertarle, ya que no merece la pena asustarle con mi llegada prematura y empapada, y camino fuera del salón, con intenciones de ir a mi cuarto. Esta vez Zayn no me sigue, pero se queda en las escaleras de abajo, como si de nuevo, fuera a necesitar que me salvara. Una sonrisa que no puedo evitar aunque realmente quisiera se instala en mi cara. Por un momento tengo la certeza de que no soy más estúpida porque no puedo.
Al llegar a mi habitación, veo con que la cama está ocupada. Gracias a la luz del pasillo, veo una cabellera rubia y unos rizos castaños, y dado que Harry estaba abajo, sé que se trata de Ane. Me gustaría mofarme un poco de ellos y de su extraña relación (de la cual me entero a duras penas), pero decido agarrar un poco de ropa seca y cambiarme allí mismo. Total, están dormidos, y si se despiertan, no verán nada que o bien no tengan, o bien no hayan visto nunca.
¿Y ahora qué hago? Seguro que si me voy a la habitación de mi hermano o bien él o bien Harry se despiertan y necesitan dormir, y dado que ambos dos están acompañados, y que ya les he quitado una habitación, creo que no debería hacer tal cosa. Bufo pensando en dónde meterme. El suelo del salón tampoco tiene tan mala pinta. Aunque...siempre me queda otra opción...Suspiro mientras paso por el baño para agarrar una toalla.
Bajo las escaleras de nuevo, viendo como Zayn no se ha movido de su sitio. Una pequeña sonrisa aparece en su cara, y una parte de mí tiene la certeza de que él ya sabía lo que pasaba, del espacio que había en esta casa...y de que iba a pedirle ir a su casa, todo antes de que tan siquiera entráramos. Bien, es un chico listo...

--Quita esa sonrisa de autosuficiencia de tu cara-le digo muy segura, aunque no puedo evitar reír en el proceso. Dejo la toalla contra su pecho mientras paso de largo, dirigiéndome a la puerta para salir de nuevo.
--Sí, señora.-responde, y siento cómo él camina tras de mí. No le estoy mirando, pero sé que la sonrisa de su cara se ha ampliado, y yo no puedo evitar rodar los ojos.

Al salir a la calle, la tormenta parece haber parado un poco. Comienzo a andar, sin realmente saber a donde, cuando escucho su voz a una distancia decente de mí.

--No es por ahí.
--No es por ahí-le hago burla mientras rudo los ojos una vez más. Me doy media vuelta para ir hacia él y hacia la dirección en el que él ya caminaba.
--Tienes una pésima orientación...o una pésima memoria-susurra, todavía con una sonrisa en su cara. Parece que el hecho de que vaya a su casa borra de su pensamiento la idea de que no va a ser nada temporal, sino más bien un aquí te pillo aquí te mato, acompañado de una cama caliente que necesito.
--Cierra la boca y camina-me quejo, de nuevo intentando parecer cortante y de nuevo fallando estrepitosamente.

Él ríe entre dientes, pero en efecto se calla y sigue caminando. Esta vez sí que lo hacemos en silencio, sin el ruido de la lluvia (por el momento). Cuando veo que las calles empiezan a resultarme familiares, una idea realmente estúpida se pasa por mi cabeza.

--¿Echamos una carrera?-le miro divertida, viendo cómo él está mojado y rodeado con una toalla, aparte de estar sorprendido. Una victoria asegurada.
--¿Qué?-sus cejas se fruncen confusas, pero no le doy más explicaciones.
--Preparados, listos ¡ya!-respondo con rapidez, antes de echar a correr.

Maquillaje corrido por toda mi cara. Pelo todavía empapado, enredado y sin orden alguno. Zapatos definitivamente no diseñados para correr. Las dos de la madrugada. Un barrio tranquilo. Una calle vacía. Y yo simplemente corro sin importarme mucho más. Ni siquiera voy especialmente rápido, ya que doy por hecho que Zayn no va a entrar en mi juego infantil. Lo hago para liberar toda la adrenalina de esta noche, porque está claro que con un solo puñetazo no he liberado una mierda.
Para mi sorpresa, escucho a mi lado una risa divertida, antes de que pase de largo. Zayn me ha adelantado sin problema alguno, y eso no puede ser. Muerdo mi labio intentando no reírme, y aumento mi velocidad, tratando de al menos igualarle, pero ésta claro que el chico está en mejor forma de lo que me hubiera gustado admitir. La otra noche me lo demostró a base de bien.
Llego apenas segundos después de él, lo cual indica mi derrota. Agarra mi cintura cuando ve que no voy a frenar a tiempo, colocándome contra su pecho húmedo.

--Hey, tranquila, fiera-dice en voz baja, divertida-que te pasas la casa.

Suelto una risita, sin la más mínima molestia de sentir sus manos en mi cuerpo, aunque rápidamente las aparta. Sin decir mucho más, abre la puerta de su casa y me invita a pasar primera. Veo el pasillo, y de inmediato recuerdo la increíble noche de ayer. La culpabilidad de nuevo cae sobre mí al también recordar que me fui sin decirle nada. 
Mucho más lejos de dedicarme una mueca de reproche o molestia, Zayn me mira con cierta timidez y puede que algo de tristeza.

--La habitación está arriba-susurra increíblemente bajo.

Pienso rápidamente en que debo compensarle por mi abandono de anoche. No sé por qué lo pienso, al fin y al cabo no es el primero, y no va a ser el último...pero no puedo evitar sentir pena por él. Únicamente pena. Eso del "Te quiero" fue cosa del orgasmo, nada más que eso.
Empiezo a no creerme ni a mí misma.
Le sonrío alzando mis cejas con cierta diversión, y le hago un movimiento de cabeza. Él lo entiende con rapidez y sin dudarlo me rodea con sus brazos. Hace que gire dentro de ellos y que empiece a caminar, como si me estuviera guiando por su casa hasta la habitación. En el proceso, siento sus labios acariciar tímidos y con extrema suavidad mi cuello. La piel se me pone de gallina ante su toque y otra vez está ahí la sonrisa involuntaria.
De nuevo llegan los besos, las caricias, las palabras dulces que no he pedido, pero que tampoco quiero dejar de oír. Me desnuda con tanta tranquilidad, con tanta suavidad, como si disfrutara del momento, como si con solo mirarme le fuera suficiente para sentirse extasiado, y yo no puedo sentirme más alagada, porque no es humanamente posible.

-Moments-

Parpadeo ligeramente al sentir la luz sobre mis párpados. Me revuelvo algo molesta, chocando con un cuerpo cálido junto a mí. Mentiría si dijera que no sé de quien se trata mi acompañante. Las comisuras de mis labios también lo saben, ya que se elevan orgullosas, aún sin yo abrir los ojos. Entreabro uno de ellos para ver cómo esa luz del amanecer choca contra la bronceada piel acaramelada que hay junto a mí, haciendo que sea aún más fácil distinguir sus músculos. 
Se encuentra sentado a mi lado, cubierto hasta la cintura con el edredón de la cama. Su mirada está gacha, y aún así la luz consigue colarse entre sus espesas pestañas para hacer que sus ojos se vean dorados una vez más. Sus pobladas cejas se fruncen un poco, y ante eso, yo me incorporo apoyándome en un codo, curiosa de saber qué es lo que está haciendo.

--¿Qué haces?-pregunto en un susurro.

Carraspea un poco, tratando de tapar con su mano lo que sea que le tenía tan concentrado, lo cual solo aumenta mi curiosidad. Me incorporo algo más, quedando ya sentada a su lado, y pudiendo así ver cómo está dibujando algo. Inclino mi cabeza un poco, asegurándome de que me ve, y haciendo así un puchero que sea lo suficientemente convincente como para que me deje verlo. Su mirada apenas conecta con la mía, pero es suficiente para que sus mejillas enrojezcan y sonría con debilidad. Aparta sus mano del cuaderno, y me deja ver un dibujo increíble.
Cada lunar, cada marca que hay en mi cuerpo, mi pelo alborotado, pero aparentemente maravilloso en ese dibujo. Es imposible que alguien sea tan atractivo, y no lo digo porque la retratada sea yo, sino porque el retratador tiene una idea tan subjetiva de mí, que es capaz de hacer algo tan maravilloso.

--¿De verdad crees que soy tan guapa?-no puedo evitar sonar algo divertida. 

Sus mejillas cogen algo más de color mientras asiente con la cabeza como respuesta. Ante eso, ante algo tan tierno como eso, dejo un beso cuidadoso en su hombro como agradecimiento, antes de dejar mi cabeza apoyada ahí.

--¿Y qué es esto?-pregunto al ver cómo hay algunas frases repartidas alrededor de mi dibujo.
--Es solo...un proyecto de canción...-responde sin darle mucha importancia, antes de cerrar el cuaderno, y por tanto dejándome sin leerlo.

Hago un pequeño puchero que se desvaneces cuando siento su brazo rodear mi cintura y acariciar mi costado. Suspiro ante la caricia, agradecida, y subo mi rostro hasta encontrar el suyo de nuevo. Me doy cuenta entonces de que él ya me estaba mirando. Ninguno de los dos dice nada. 
Él cierra las distancia entre nosotros, dejando un suave beso sobre mis labios, al cual correspondo sin dudar, antes de quedarme acurrucada a su lado.
Siento su mirada y su sonrisa puestos en mí, mientras que la mía está en la ventana, viendo como el Sol se abre paso y con el pensamiento de que después de esto, está más que claro que uno de los dos va a acabar roto de nuevo. Y cada vez dudo más de que vaya a ser él.

Narra Ane.
--Ane...Ane...despierta-una voz baja y grave me llama, y me cuesta mucho diferenciar si es parte de mi sueño o no. Aunque está claro, que si en mi sueño no había otro que no fuera Niall, la voz grave pertenece a la realidad.
--Déjame-lloriqueo malhumorada, tratando de huir de esa voz.
--Oye, vamos-la voz grave se torna divertida, mientras acaricia uno de mis hombros para moverme, como incentivo a que me levante.

Abro los ojos a duras penas para dar con que Harry es al único al que se le ocurre despertarme a estas horas...sea cual sea la hora. Me recibe con una gran sonrisa de hoyuelos, la cual no puede borrarse ni con sueño.

--¿Qué quieres ahora?-no puedo evitar sonar malhumorada.
--¿Te vienes conmigo al gimnasio?

Frunzo el ceño ante sus palabras y es entonces cuando me paro a ver su indumentaria. Lleva los rizos recogidos hacia atrás con una especie de cinta, una camiseta de tirantes bajo una chaqueta deportiva, unos pantalones que conjuntan con la chaqueta y lo que supongo que es una mochila de deporte, colgada de su brazo. Está claro que va a ser muy difícil hacerle cambiar de opinión cuando ya está listo para salir, aunque haré todo lo que pueda para evitar moverme de la cama.
Me doy media vuelta, dándole la espalda y acurrucándome sin pensarlo a Niall. Odio ser tan cabezona, de verdad que a veces lo odio, pero ya que lo soy, no me voy a rendir con facilidad. Y acurrucarse mientras está completamente dormido y no se entera, no es rendirse. Sonrío orgullosa ante mi propio razonamiento, aunque tanto la sonrisa como el orgullo se desvanecen al recordar lo que le dije anoche...y su respuesta. De verdad que espero que no se acuerde, o que al menos, no me lo recuerde.

--¿Por qué tendría que ir contigo al gimnasio a las...?-pregunto en voz baja, dirigiéndome a Harry aunque no le esté mirando. Niall murmura algo, más dormido que despierto, ante las voces que deben de estar perturbando su sueño y de inmediato me rodea con un brazo, pegándome más a él-¿Qué hora es?
--Las siete.

Reprimo las ganas de bufar exageradamente al escuchar esa respuesta. Frunzo el ceño mientras me apego más al rubio, quien corresponde todavía dormido como un tronco.

--Harry...-murmuro.
--¿Si?-aunque no le vea, sé que se mantiene sonriendo, ilusionado con la idea de que realmente me vaya a ir con él a algún sitio a estas horas. Con el sueño que tengo encima, no me siento culpable cuando le respondo sin dudar
--Vete a la mierda.
--Vamos...-ahora su voz suena más bien como la de alguien que está haciendo un puchero-No quiero ir solito...
--¿Por qué no vas con quien suelas ir?-pregunto sin moverme ni un centímetro de mi posición.

Me acojono un poco (mucho [bastante]) cuando veo cómo Niall sonríe, como si estuviera contento de que no quiera irme con Harry al gimnasio, de que no quiera irme de su lado. Afortunadamente, la sonrisa desaparece segundos después, antes de que deje salir una respiración profunda que no llega al ronquido. Sigue dormido.

--Porque Liam está durmiendo y tiene a Alejandra encima. No la quiero despertar a la pobre chica...
--Y claro, es mejor despertarme a mí.
--Estás un poco tirante con Niall-baja la voz un poco más al pronunciar su nombre, como si el aludido fuera a despertarse al escucharlo-A lo mejor así te liberas un poco...y de paso acompañas a tu pobre y triste amigo que de otra manera tendría que ir solo...a estas horas...abandonado...sin nadie que le haga compañía...a la merced de los bandidos...
--¿Qué bandidos va a haber a estas horas? Si están todos durmiendo...
--Anda Ane...por fa, por fa, por fa... No te pido nunca nada más, te lo prometo.

Y mentiría si dijera que su tono de voz y sus palabras infantiles, iguales a las de cualquier niño que le pide algo a su madre (o a su hermana) que realmente desea, no me han hecho sonreír como tonta. Incluso han borrado parte de la molestia de haberme despertado.

--No me vas a dejar en paz hasta que ceda, ¿verdad?
--Verdad-confirma, y sé que de nuevo está sonriendo.

Suspiro mientras salgo de los brazos de Niall. Éste no parece contento con la idea, ya que frunce el ceño, pero de todas formas, no se despierta. Me incorporo en la cama hasta quedar sentada, mirando con los ojos entrecerrados, imitando una mirada asesina, a mi (pesado) hermano pequeño. Pero él no se achanta ni mucho menos se preocupa, sino que me dedica otra sonrisa de hoyuelos que definitivamente, ablanda mi dormido corazón.

--Estás preciosa-confirma.
--Tienes mucha suerte de que esté en contra de la violencia.
--A mí me pegas...-escucho una voz algo más aguda que la de Harry a mis espaldas y siento como la sangre huye de mí. Miro con los ojos como platos a Harry, preguntándole con esa mirada asustada si realmente se ha despertado.
--Está dormido, no te preocupes-se encoge de hombros-Lo que pasa es que escucha aún estando dormido-responde sin darle más importancia, tendiéndome una mano para ayudarme a levantar.
--¿Cómo que escucha mientras duerme?-pregunto en un susurro, totalmente alucinada, aceptando su ayuda.
--No suele acordarse cuando se despierta, pero a veces es gracioso. Mira-se acerca a la cama, apoyándose en ella para hablar cerca del rubio. Yo todavía estoy en tensión, preocupada de lo que Niall pueda haber estado escuchando, por mucho que Harry diga que no recuerda-¿Quiere la hamburguesa con todo?
--No, no...-el rubio arrastra las palabras mientras se da media vuelta, acurrucado bajo las mantas-Sin cebolla, por favor...

Harry hace un sonido, que me indica que realmente quiere reírse, pero que no lo hace para despertarle. Se gira hacia mí, con una mano en la boca, mientras me hace un gesto de que salga de la habitación. Yo ruedo los ojos al ver cómo algo tan simple le hace mearse de la risa, pero suspiro internamente al ver que el rubio responde a cualquier cosa. Siento el arrepentimiento llegara mí al recordar como ha respondido que yo le pego...me siento una maltratadora. Está claro que necesito controlar mis nervios.

--Ay Dios, pensé que me iba a poner a reír en su cara-dice con alivio, entre risas débiles cuando salimos de la habitación, dejando la puerta cerrada tras nosotros.
--¿A eso os dedicáis cuando estáis de gira?-alzo las cejas, algo divertida.
--Y porque no le has visto cuando le hacemos preguntas guarras. Se pone todo colorado- Harry responde, como si en efecto fuera lo más gracioso del mundo-Luego se levanta cachondo perdido y nos seguimos riendo por horas.
--Está claro que vuestra cabeza se quedó en los quince años...-niego con la cabeza.
--¡Me dirás que no es divertido!
--No te tengo por qué decir nada, porque me has sacado de la cama para irme contigo a hacer deporte-¿Tengo pinta de hacer deporte?-pincho con mis dedos mi propio estómago, bastante lejos de estar plano y ser de esos de revista-¿Este cuerpo tiene pinta de querer hacer deporte?
--Deja de decir tonterías, ¿quieres? Estás genial, pero un poco de deporte no viene mal de vez en cuando.
--Son las siete de la mañana. Esta no es hora ni de levantarse para mear.
--La fineza mañanera...-le oigo decir mientras se da media vuelta por el pasillo.
--Te voy a decir una cosa, Harry Styles-comento mientras camino tras él-Así es como son en realidad las princesas.
--Pues que alguien nos ampare...-de nuevo le oigo decir por lo bajo, ya cuando está en el piso de abajo.

Ante esa respuesta, no puedo evitar lanzarme a él, esperando hacerle tambalear cuando menos, pero no, me coge con facilidad, aún llevando su mochila colgada de un brazo. Es bastante más fuerte de lo que cualquier se esperaría al verle tan delgado.

--Está bien, no me voy a quejar si me llevas así-admito apoyando mi mejilla en su espalda.
--¿Tengo pinta de mula de carga?
--La verdad es que más bien de rana...

Se detiene y suelta sus brazos para que acabe de nuevo en el suelo. Esta vez la imitación de mirada asesina va a dirigida a mí.

--¿Acabas de decir que tengo cara de rana?
--¿Yo? ¡Nunca!-me llevo una mano al pecho para acompañar a mi tono de voz dramático.
--Me parece que he encontrado una nueva compañera de gimnasio para el resto de mi vida-comenta mientras se dirige a la puerta, abriéndola para mí con una gran sonrisa.
--Lo llevas claro, cariño-doy unas palmaditas en su pecho cuando salgo por la puerta. Escucho cómo él ríe por lo bajo mientras me sigue, dejando la puerta cerrada y con la llave echada.

Al salir a la calle, siento cómo todo el frío del invierno se ve agravado por la humedad que dejó la tormenta de anoche. De inmediato me rodeo con mis brazos, ya que el frío se cuela por mi jersey y mis dos camisetas, debería haber cogido el abrigo. Apenas segundos después, siento como Harry intenta meterme una sudadera por la cabeza.

--¿Mejor?-pregunta cuando estoy finalmente abrigada. Las mangas me cuelgan por los brazos y me queda sobre los muslos.
--Deberías ponértela tú-respondo al repasar con la mirada su ropa.
--Siempre llevo dos-responde mientras saca una segunda de la mochila. Se la pone sobre la chaqueta que ya lleva con un gesto rápido-¿Vamos?
--No me queda más opción-es lo único que respondo, con un suspiro largo.

Él ríe por lo bajo mientras pasa un brazo por mi cintura, pegándome a él. De esta manera empezamos a caminar por la fría y solitaria calle. Apenas está amaneciendo, y eso solo causa más quejas en mí..

--¿Por qué me odias, Harry?-pregunto restregándome un ojo-ni siquiera me has dejado lavarme la cara. Voy hecha un Cristo.
--Vas preciosa, no te preocupes que nadie te dirá lo contrario-confirma antes de dejar un beso en la cima de mi cabeza.

Dejo las quejas a un lado para simplemente gemir lastimeramete a cada paso que vamos. a Harry no parece molestarle, sino que más bien le hace gracia, ya que no borra su sonrisa ni por un momento y de vez en cuando se ríe.

--¿Para qué necesitáis ir a un gimnasio?-pregunto cuando me canso de quejarme.
--Para estar en forma, poder aguantar los conciertos, evitar que se nos lleven por delante con facilidad las fans... Además de que tampoco nos molesta estar macizos, todo hay que admitirlo-responde a todo con gracia.
--Superficial-ruedo los ojos, pero de nuevo, no hay molestia por su parte.
--Aquí es-se detiene frente a unas escaleras de un rojo que en algún momento, fue brillante, allá por los setenta por lo menos.

La verdad es que me inspira poca confianza tal entrada, pero Harry se limita a coger mi mano y a tirar de ella hacia abajo. Tras unas puertas metálicas del mismo rojo vahído que el de las escaleras, hay un gimnasio con más vida de que la podría esperarme a estas horas. A primera vista, solo veo hombres, y ninguno menor de cuarenta. A mi hermano parece encantarle el ambiente.

--¡Hola Styles!-se oye gritar a alguien. Yo pego un bote ante la sorpresa, y un par de tíos sudados se ríen. Pese a estar en clara desventaja, les dedico una mirada de asco al reírse de mí, que para mi sorpresa, solo causa más risas, solo que bajas y mirando hacia otro lado.
--¡Hola Rob!-responde éste con una sonrisa levantando la mano izquierda en forma de saludo.
--¡Traes carne nueva! ¡Y vaya carne!-se oye decir a otro.
--John, no te pases-Harry responde divertido, apretándome contra su costado.

Atravesamos la gran sala hasta llegar a una parte en la que hay dos puerta, una a la izquierda y otra a la derecha, los vestuarios masculinos y femeninos, también pintados con ese rojo característico del lugar. Sin dudarlo, me meto con Harry al masculino.

--No puedes estar aquí-dice con una sonrisa ladeada mientras empieza a quitarse capas de ropa.
--No me pienso quedar sola-respondo con seguridad, mientras le imito, quitándome una y otra capa hasta que me quedo en una de tirantes blanca, de escote no muy pronunciado, aunque de todas formas, sé que voy a desentonar y a llamar la atención.
--Esperemos que no entre nadie-es lo único que responde mientras deja tanto mi ropa como la suya en su mochila. Rezo internamente porque sea una de esas pocas mochilas deportivas con un nivel decente de limpieza.
--Y si entra me va a dar igual. No me pienso quedar sin ti en este sitio.
--¿Piensas que te van a comer?-ríe entre dientes.
--Y no me sorprendería...

Él niega con la cabeza, divertido, antes de dejar su mirada fija en mí. En mis piernas para ser más exactos.

--¿Qué se supone que estás mirando?
--Tus vaqueros-responde con rapidez, antes de rebuscar en su bolsa. Saca unos cortos como los que él lleva ahora mismo, solo que éstos que me ofrece son negros-Tal vez si te los enrollas un poco de la cintura...

Miro hacia atrás, para comprobar que no ha entrado nadie, y me quito los vaqueros para ponerme los otros. En cuanto los dejo en mis caderas, se caen hasta quedar en los tobillos.

--Apuesto lo que quieras a que ganarías a muchos ahí fuera si peleas contra ellos así-comenta divertido. Antes de darme tiempo a responder (o a subirme los pantalones) él mismo se agacha y los coloca de nuevo en mis caderas-¿Tienes una goma del pelo?-pregunta mientras lleva sus manos a la cinturilla del pantalón.

Se la ofrezco sin decir palabra, sin pensar en lo raro que es que Harry me esté vistiendo, que mi hermano pequeño me esté vistiendo. Con habilidad, tensa la cinturilla y anuda con la goma todo lo que sobra en la parte trasera. Mientras lo hace, su rostro queda en una zona en la que ni de lejos debería estar. Yo pienso en lo bonito de la vida, en unicornios, en flores, en cualquier cosa antes de darle vueltas a lo incómodo que es esto.

--Listo-confirma con una sonrisa orgullosa mientras se vuelve a poner en pie-¿Preparada para boxear?
--¿Qué?-mi voz sale más aguda de lo normal, a causa de la sorpresa-no has dicho nada de boxear, has dicho hacer ejercicio. A mí déjame en una cinta de esas de correr y tranquilo que encontraré sola la forma de caerme en algo tan simple.
--¿Prefieres que boxee contra esa gente? Asombroso. Yo que pensé que querías que mi cara se quedara como estaba y no abollada.
--Me estás haciendo chantaje.
--¿Está funcionando?-de nuevo la estúpida sonrisa de hoyuelos.
--Créeme que ganas de pegarte no me faltan-confirmo mientras salgo por la puerta, con más seguridad de la que debería.

De inmediato me gano más miradas de las que me había ganado al entrar. Está más que claro que ninguna chica ha pisado este sitio en años, porque si me piropean a mí, que no tengo un cuerpo ni mucho menos espectacular...
Harry coge mi mano y me lleva a un lugar algo más apartado. Sin miradas que vean cómo me voy a caer solo con intentar atacar a mi hermano. Éste me ofrece unos guantes, algo desgastados, pero igual de cómicos que los de la tele, y me ayuda a ponérmelos antes de acercarme a un saco de esos.

--Venga, empecemos con esto-se pone tras el saco, agarrándolo.
--Pensé que eras tú el que quería hacer ejercicio.
--Vaaamos. Eres lo más vago que he conocido en mi vida.
--Y eso que aún no te he contado como consigo que mi madre me quite los zapatos cuando llego a casa.
--Increíble-niega con la cabeza, sonriente-Pero no te desvíes. Dale.

Ruedo los ojos, y de verdad que intento darle, pero está mucho más fuerte de lo que nunca me hubiera imaginado.

--¿Ya está?-Harry me mira sorprendido-Ni siquiera lo he notado.
--¡Está duro!-me quejo, quizás demasiado alto.
--Esa es la gracia-responde divertido.
--No, paso de esto-respondo convencida, intentando quitarme los guantes.
--Ane...
--Hazlo tú. A mí no me interesa pegar a nadie.
--Derrotista-masculla mientras se acerca a mí.

Me ayuda a quitarme los guantes y los deja a un lado para coger otros algo más grandes. Se los pone sin problema, como quien lleva haciendo esto bastante tiempo.

--¿Lo sujetas?-pregunta haciendo un gesto hacia el dichoso saco.
--Insisto en que no me queda más opción-repito mientras me coloco tras el saco, tratando de sujetarlo como buenamente puedo. Harry empieza a darle golpes y tengo que hacer bastante fuerza para no moverme de mi sitio-¿De dónde sacas la fuerza?-me quejo.
--Ni idea-responde sonriente-Supongo que del mismo sitio que el resto. ¿Tú de dónde sacas tanta vagueza?

Aprovecho que para apenas un segundo para responderme, para empujar el saco hacia él, con intenciones de hacérselo un poco más difícil como venganza a su insistencia con mis pocas ganas de moverme. Para mi sorpresa, es mucho más fácil mover el saco con dos manos, que con los puños y se balancea tanto que le acabo dando.

--Oye...-se queja tambaleándose hacia atrás-¿Por qué no aprovechas la agresividad como debes?-acaricia su estómago golpeado.
--Es que el saco no me está molestando todo el rato y tú sí-respondo muy segura.
--Hecho entonces-se quita uno de los guantes para coger los que me había puesto antes-Atácame de frente y no tras un saco-la burla clara en su voz.
--No te pienso pegar-respondo agarrando los guantes, aunque no me los pongo.
--Gallina...
--¡No soy una gallina!
--Blanda.
--Pacifista-él estalla a reír, con más fuerza de la que me esperaba.
--¿Tú pacifista? ¿En qué universo?

Frunzo el ceño, y eso es todo lo que necesito para apañármelas para poner los guantes. Él me mira con una ceja alzada, aún con una sonrisa en la boca.

--¿Lo hacemos más interesante?-señala con la cabeza un ring vacío tras él.
--Mientras no tengas miedo de que alguien tan pésimo en los deportes te gane frente a tantos amiguitos-mi sonrisa se amplía, más segura y autosuficiente de lo que realmente me siento, ya que Harry es más fuerte que yo, tiene más reflejos que yo, se cae menos que yo...
--Te vas a tragar tus palabras, Cox...

Con una mirada desafiante, camino hasta el cuadrilátero. Me subo sin tropezarme y entro sin enredarme con las cuerdas, lo cual considero ya un logro. De inmediato llamamos la atención de los deportistas que tenemos más cerca, y con sonrisas divertidas se acercan a nosotros, supongo que para ver el espectáculo.
Miro a Harry, cuya sonrisa ha incrementado al ver que tenemos público. Está claro que no puedo echarme atrás ahora.
Una tercera persona se sube con nosotros, un hombre musculoso y sudado (por descontado), quien nos sonríe a ambos. Mete algo en la boca de Harry, lo cual hace que yo abra los ojos sorprendida y algo asustada, ni que decir tiene cuando se acerca a mí con las mismas intenciones.

--¿Qué es es-

No me da tiempo a preguntar, ya que me lo pone sin dudar.

--Es para los dientes, preciosa. No queremos que esa sonrisa tan bonita se estropee-y la verdad, es que más que sonar como un pervertido, suena como un padre al que realmente le preocupa que me hagan daño. Esto es lo más raro que he hecho en mi vida de lejos.
--Efpero que egté impio..-digo como puedo, sin pensar en cuántos deben de haber usado lo que llevo en la boca.
--Estas cosas se limpian, cariño. No somos tan guarros-responde divertido-Ahora machácale y muestra de lo que eres capaz-añade en un tono bajo, alentador.
--Fi yo no foy capaf de hafer nada...-me defiendo.
--Eso es lo que tú te crees-me sonríe con ternura, antes de alejarse de mí.

Le miro sorprendida, con el miedo a que en realidad sea un violador que trata de ganarse mi confianza. Ahora sí que estoy rezando por no dejar K.O a Harry, ya que es el único que podría sacarme de tanto tíos en mi contra.
El señor amable (y espeluznante) se coloca en el centro, como si fuera a hacer de árbitro. Me hace un gesto con la mano para que me acerque, al igual que lo está haciendo Harry.
Cada vez me siento menos seguro de lo que estoy haciendo.
Me muevo con torpeza, sin llegar a caerme y me quedo frente a Harry, el cual no parece ni la mitad de asustado que yo.

--Creo que es el primer combate de la señorita, así que dejemos que elija las normas, ¿de acuerdo?-Harry asiente con la cabeza. El árbitro de turno se gira para mirarme, esperando mi respuesta,

Tienen que ser mis normas...entonces escojamos unas con las que tenga posibilidades de ganar.

--Cárfel.
--La señorita elige las reglas de la cárcel. Buena opción. Pero aún así quiero un combate limpio, que la sangre sale muy mal-ya no sé si bromea o lo dice enserio, pero de todas formas sonríe-Preparados...
--Efpera...-Harry trata de hablar, con gesto confuso.
--Listos...-el tío parece ignorarle.
---¿Cuálef fon las regas fe la cárfel?

Suena un ting, que me hace reaccionar, y sin dudarlo, suelto un puñetazo (no demasiado fuerte) a la cara de Harry. Él me mira con los ojos como platos, como si no entendiera cómo he sido capaz de hacer algo así.

--No hay regas en la cárfel, Styles-respondo divertida, poniendo mis puños delante de la cara, esperando su contraataque.

Me mira todavía sorprendido, pero parece reaccionar. Puedo ver un atisbo de sonrisa en su rostro, mientras se prepara para atizarme.

--Efpero que Niall no fe entere de efto-escucho que dice antes de soltar un golpe, que esquivo más rápido de lo que nunca me hubiera imaginado-No le guftará faber que ando pegando a zu novia.

Antes esas palabras, ataco de nuevo, esta vez dando en su estómago. Insisto en que no va con fuerza, al menos de momento.

--No foy zu novia...

No sé cuánto dura el combate, pero estaba claro que no iba a durar mucho.. No porque Harry se haya ensañado conmigo, ni mucho menos. Está claro que me está dejando ganar. Sino porque eso de hacer ejercicio...no es ni de lejos mi pasión, y me canso de andar de un lado al otro, tratando de atacar y esquivando.
Miro suplicante a mi contrincante, apoyada sobre las cuerdas, pidiéndole un tiempo muerto o algo. Sonríe con cierta dificultad al tener el protector ese y veo cómo él también se apoya en las cuerdas. Ambos dos estamos cansados...y los espectadores (que se han convertido en todo el gimnasio) eufóricos y esperando un final.

--¡Vamos bonita!-alguien me chilla, animándome.
--¡Si solo tiene un golpe!-otro parece que me dice.

No dejo de mirar a Harry, quien ahora niega con la cabeza divertido, esta vez mientras se pone de nuevo en pie, avanzando hacia mí. Me quejo cuando alguien me empuja para ir hacia él, quedando de nuevo frente a frente. Me guiña un ojo, divertido y me hace un gesto de que vaya contra él.
Con todas las fuerzas que me quedan, suelto un último puñetazo en su cara, haciendo que caiga al suelo. Por un momento pienso que de verdad le he hecho daño, que de verdad le he tumbado, pero puedo ver cómo se está riendo. Se ha dejado caer para acabar ya con esto.

--¡LA SEÑORITA GANA EL COMBATE EN EL SÉPTIMO ASALTO!

Antes de que me dé cuenta, entre dos me han alzado en brazos, casi lanzándome a los aires. Levanto los brazos en señal de vencedora, ganándome aclamaciones del público. No puedo evitar reírme al ver que Harry se levanta y también me aclama

-Moments-

--Necesito una ducha-confirmo mientras entro de nuevo en casa de Harry-Y una siesta.
--No te ofendas, pero necesitas algo más que una ducha-responde divertido, cerrando la puerta tras él.

Son ya las diez de la mañana, y todavía no veo movimiento en la casa.

--¿Cómo que necesito algo más que una ducha?-pregunto mientras me asomo al salón.

No hay rastro de Niall, de Marta, de Zayn ni de María, aunque de éstos últimos no tenía consciencia cuando he salido de casa. Lucía sigue durmiendo encima de Louis, quien también duerme como un tronco. Por el contrario, tanto Liam como Alejandra están despiertos, viendo cualquier cosa en la televisión, sin hablar en lo más mínimo, cosa extraña. 

--Como que hueles a perro muerto-responde Harry divertido a mis espaldas.Me giro para mirarle completamente alucinada.
--¿Crees que eso son palabras que decirle a una dama?
--¿Qué dama?-se burla de mí, mientras camina hasta quedar a mi lado-Payne, he tenido una contrincante decente al fin-la burla pasa esta vez a Liam, quien nos mira con una sonrisa.
--Quieres decir que has encontrado a alguien que no te deja ganar, ¿verdad?-el castaño le devuelve el ataque verbal.
--No seas fantasma, no me dejas ganar-Harry le saca la lengua antes de darse media vuelta.
--¡Me pido primer para la ducha!-chillo más de lo que debería y adelanto a Harry al subir las escaleras.
--¡De eso nada!
--¡De eso todo!

Pero es él quien acaba dentro de la ducha antes que yo, con la ropa puesta incluso, pero el primero. Yo me quedo dentro del baño, jadeando ante la carrera. Demasiado ejercicio en una misma mañana, ya hasta el año que viene no toca.

--¡Ja! te dije que yo el primero-dice sacando su brazo por la cortina del baño y dejando su ropa en el suelo.
--Es la última, que lo sepas, a la siguiente yo llegaré antes-respondo mientras me siento en la taza del inodoro.

Escucho su risa grave mientras abre el grifo de la ducha. Este es otro de esos momentos incómodos pero que ninguno de los dos detenemos por alguna razón.

--¿Sabes que me has hecho un moratón?-dice aún con el sonido del agua caer.
--No es cierto...
--Lo es-se ríe de nuevo-Pegas más fuerte de lo que me esperaba.
--¿Para qué? ¿Para ser una chica?-pregunto frunciendo levemente el resto.
--No, para ser tú-de nuevo dice con diversión.
--Menos mal, pensé que estabas metiéndote con las mujeres y siendo machista Me quedo más tranquila al saber que solo te burlas de mí-ruedo los ojos.

La puerta del baño se abre de un golpe, sin una llamada siquiera. Una marta medio dormida aparece, aunque sus ojos se abren de golpe al verme aquí.

--¿Qué se supone que te ha pasado?
--¿Qué me ha pasado?-pregunto confusa.
--Tienes unos pelos de loca y... una marca en medio de la cara...
--¡Lo siento! ¡Culpa mía!-responde Harry desde la ducha todavía.

Los ojos de mi amiga se abren aún más, y antes de dejarme explicarle la situación que nos ha llevado a Harry y a mí a estar en el mismo baño mientras uno de los dos se ducha, me coge d la mano y me saca del baño. Me arrastra escaleras abajo hasta que finalmente se detiene en la cocina.

--No es lo que parece-es lo único que me da tiempo a decir.
--¡Estábais los dos en el baño!-exclama en un susurro.
--Había una cortina de por medio-me excuso-Solo estábamos hablando.
--¿Hablando de qué?-se cruza de brazos, con un prominente ceño fruncido.
--¿Desde cuándo eres una novia celosa y acosadora?-pregunto ciertamente molesta-Y mucho más con tu amiga, con la amiga que ha hecho que le conozcas y que os enamoréis y bla bla bla.
--Desde que no deja de estar pegado a tu culo.
--¿Perdona? No está pegado a mi culo-me defiendo una vez más, a mí misma y a Harry. La molestia empieza a ser palpable entre nosotras, y sé que no tardará en convertirse en enfado.
--Sí que lo está, y te pediría que no se lo pusieras tan fácil.
--No es mi culpa que seamos amigos. No puedo hacer nada si nos llevamos bien.
--¿Qué tal dejar de estar tan pegada a él?-y aunque esas sean sus palabras, la intención es más del tipo "Aléjate de él veinte kilómetros", cosa que no voy a hacer, porque uno, es mi hermano y hace quince años que no le veo; dos, no estamos haciendo nada malo, solo somos amigos; y tres, no me sale del coño.
--Mira, empieza a relajarte porque estás sacando las cosas de quicio.
--¡Perdona si me molesta que estés con mi novio mientras se ducha!
--¡Había una cortina de por medio!
-¿¡QUÉ IMPORTA LA PUTA CORTINA?!-estalla a gritos. Supongo que ya no habrá nadie durmiendo en la casa después de esto, por lo que no dudo en responder de la misma manera.
--¿¡Y QUÉ IMPORTA QUE YO ESTÉ CON ÉL ENTONCES?!
--¡ES MI NOVIO! ¿¡NO TE PARECE UN POCO RARO QUE PASES TANTO TIEMPO CON ÉL?!
--¡ES MI AMIGO!
--¿¡CUÁNTO TIEMPO CREES QUE TE VA A DURAR ESA EXCUSA?! ¡DI LAS COSAS A LA CARA! ¡LO QUIERES PARA TI!
--¡TÚ ESTÁS FLIPANDO EN COLORES!-chillo, ya más alucinada que molesta... bueno no, igual de alucinada que molesta, lo cual es bastante.
--¡NO ESTARÉ FLIPANDO TANTO CUANDO TODO EL MUNDO PIENSA LO MISMO!
--¡NADIE PIENSA ESO! ¡NO ME GUSTA!
--¡ES HARRY STYLES, POR DIOS! ¡LE GUSTA A TODO EL MUNDO!
--¡PUES A MÍ NO!-Por Dios, qué asco pienso ante la idea de que realmente quisiera quitarle el novio a mi amigo, el novio que tiene mi misma sangre.
--¡NADIE SE CREE ESO!
--¡PUES TÚ DEBERÍAS HACERLO! ¡ERES MI MEJOR AMIGA!
--¡ESTÁS TODO EL DÍA CON ÉL!
--¡NO LE QUIERO! ¡NO LE QUIERO DE ESA FORMA!-mi voz ahora retumba por toda la casa. Siento como mi cara debe de estar roja de enfado, y del esfuerzo de gritar tanto, pero de verdad que este tema me está cabreando.
--¡POR SUPUEEESTO QUE NO!-ahora añade sarcasmo a la pelea. Lo que me faltaba.
--¡PUES NO!
--¿¡POR QUÉ DEBERÍA CREERTE?!
--¡PORQUE ERES MI AMIGA Y PORQUE YO AL QUE QUIERO ES A NIALL!

viernes, 30 de agosto de 2013

Capítulo 38. Cabezona.

Narra Niall.

Un beso. Solo fue eso: un beso. Un beso accidentado. Ni siquiera quería que ocurriera. Fue un tropiezo, un descuido. Paula se tropezó y...bueno, supongo que se cayó encima mía...con sus labios contra los míos. Lo cierto es que suena poco creíble... ¡pero no quiere decir que yo engañara a nadie! Además, primero dice que se larga del hospital así sin más, con un claro humor de perros, luego el beso accidentado, y por tanto, el guantazo; acto seguido parece desaparecer de mi vida para luego volvernos a encontrar en la cena de Nochebuena, me grita y me grita, me insulta, nos liamos en el baño...¿y otra vez puerta y adiós? ¡Si es que no entiendo nada! Locas, que están todas locas. Tanto o más que Liam, quién me grita casi en el oído.
Le miro molesto, acariciando mi oreja como si eso fuera a remediar algo. Para mi sorpresa, él también me mira con molestia, como si también yo tuviera culpa de sus problemas, aunque aparentemente eso es para lo que valgo: soy un saco de boxeo - pañuelo de lágrimas.

--¿Quieres escucharme cuando te hablo?-pregunta justo después de soltar un bufido.
--Uy, sí cariño, te sienta de lujo-ruedo los ojos, acompañando a mi tono lleno de sarcasmo.

Su cara de enfado parece esfumarse, siendo sustituida por una débil sonrisa llena de diversión que parece que no puede ocultar. Se deja caer en el sofá junto a mí, sin mucho cuidado de si acaba de romperme un brazo.

--Ya quisieras tú que fuera tu novia-responde con la mirada puesta en su móvil-Hazza me está diciendo que si vamos a su casa a ver una peli. Ya sabes, en plan todos juntos.

Voy a dedicarle un aspaviento junto con una mirada de "Haz lo que quieras", hasta que me doy cuenta de lo que puede significar ese "Todos juntos"

--¿Ane también?
--Vaya, vaya, ahora sí que me escuchas bien...-murmura, casi con tono casual. Su sonrisa divertida abriéndose paso en su rostro.
--Vamos Liam-me quejo-dime, ¿ella va a ir o no?
--Supongo que sí-se encoge de hombros, todavía con la vista puesta en el móvil.
--Pues vamos-me levanto casi de un salto del sofá-mueve ese culo que Dios te ha dado que tenemos que ir a su casa-añado mientras tiro de su brazo, en un intento (bastante inútil) de levantarle del sofá.

Él solo se ríe, dejándose caer como un peso muerto, como si no me costara ya suficiente trabajo el intento por moverle. Bufo, pensando en qué podría utilizar de palanca como para separarle del sofá, cuando caigo en la silenciosa figura que está pegada a la ventana. Su pelo parece recogido en un moño alborotado, como si se lo hubiera hecho sin ganas, y todo su cuerpo está cubierto por una manta. Sus piernas están recogidas sobre la silla en la que se encuentra. Sus ojos tan solo parecen interesados en admirar la manera en la que las gotas de agua chocan contra el frío cristal.

--¿Ale viene?-pregunto sin apartar mi mirada de ella, confundido, algo preocupado.
--Supongo-escucho que Liam responde. Giro mi cabeza de nuevo a él, para ver que se ha levantado por su propio pie, y ahora también observa a su novia de actitud extraña.
--¿Qué la ocurre?
--Ni idea-mi amigo responde en un suspiro, apartando apenas su mirada de ella para ponerla en mí. Está claro que el cambio de humor de su chica le afecta. Tierno-Últimamente está muy rara, cada vez que la pregunto dice que no le pasa nada. Pero está claro que hay algo que la quita el sueño.
--No será...no sé, ¿algo de chicas? O quizás haya discutido con alguien, puede que solo se encuentre mal.
--No lo sé-admite él con voz algo débil, llena de preocupación. De nuevo sus ojos castaños en la chica castaña que ni siquiera se da cuenta de que estamos hablando de ella-Tampoco es que tenga muchos amigos. Desde que...bueno, desde que la saqué de allí solo se está conmigo.
--Quizá es eso lo que la pasa-resuelvo rápidamente-Necesita más gente con la que hablar, seguro que una mente femenina no le viene mal. Al fin y al cabo, entre ellas se entienden mejor...o al menos mejor de lo que yo nunca las entenderé-veo esa pequeña y tierna sonrisa volver a asomar en él-Seguro que congenia con Lucía, o...no sé, tal vez Marta...
--¿Que Ane no es una buena compañía o qué?-pregunta, con ambas cejas alzadas.
--Bueno, quizás lo sea con ella-me encojo de hombros-O quizás lo sea con todo el mundo menos conmigo.
--Oye-su tono de voz suena comprensivo, como el de un hermano mayor. Coloca una de sus grandes manos en mi hombro-Si tanto te arrepientes, si tanto quieres estar con ella, si tanto la quieres...solo díselo
--Ya, como si fuera tan fácil-bufo molesto.
--¡Lo es!
--A estas alturas ya he descartado su amor, por no decir que seguramente en su lugar ahora haya odio.
--Pero...antes estuvisteis juntos. Dudo mucho que haya se haya olvidado de ti...tan rápido.
--No, olvidarse de mí no. No lo creo, lo que pasa es que tiene un grave problema de terquedad.

Liam niega con la cabeza, algo divertido, mientras palmea mi hombro. Sin decir mucho más, se da media vuelta y se dirige hacia Ale, quien todavía se encuentra con los ojos puestos en la calle, como si fuera lo más entretenido del mundo.

--Ale-escucho que dice apenas en un susurro, mientras acaricia su mejilla con el dorso de su mano. Ella le responder con un sobresalto que más bien parece como si Liam lla hubiera gritado en el oído de repente (como a mí).
--¡Me has asustado!-responde ella, llevándose la mano al pecho-¡No me des esos sustos!
--Lo siento, lo siento. Solo quería avisarte de que nos vamos a casa de Harry ¿te vienes?-Liam habla con tranquilidad, acariciando su brazo con calidez.
--Sí, claro-habla con una pequeña sonrisa que apenas llega a sus ojos-Un segundo que busco unos zapatos-añade mientras se levanta de la silla con tranquilidad, colocando la manta sobre sus hombros como una abuelita. Al levantar su mirada, se encuentra con la mía, y sus ojos se abren de par en par por la sorpresa-Vaya, hola Niall ¿Cuándo has llegado?-pregunta con un tono amable.
--Hace...un rato-respondo algo confundido.

Asiente con la cabeza, aún con esa sonrisa débil y sube escaleras arriba sin emitir ni el más ligero ruido.
¿Cuándo he llegado? ¿Cómo que cuándo he llegado? Si llevo aquí toda la mañana, y aunque no sea precisamente grande...soy bastante ruidoso ¿De verdad no se ha dado cuenta de que he llegado? Está claro que algo ronda su cabeza, y por la expresión de Liam, no parece ser algo normal que se ponga en este estado de absoluta distracción con algo simple y sencillo de resolver. Veo como mi amigo suspira una vez más, claramente frustrado, y yo, no puedo evitar salir tras ella con rapidez.
Tal vez no necesite una mente femenina, tan solo puede que necesite del saco humano de boxeo-pañuelo de lágrimas.
Al llegar al piso de arriba, llamo con el puño cerrado, encontrándome con su sonrisa tranquila a los pocos segundos.

--¿Qué pasa?
--¿Estás bien?-pregunto algo dubitativo.
--Sí, claro ¿por qué?
--Porque...he llegado hace tres o cuatro horas y no te has dado cuenta de que estaba, y...no te has movido del salón en toda la mañana.
--No te preocupes, solo pensaba-responde tan tranquila.

Y sin decir más, se va escaleras abajo haciendo que yo me quede con cara de flipado. Supongo que lo suyo sería hacerle caso y dar por sentado que solo está pensativa, la lluvia siempre hace que la gente se ponga melancólica y filosófica, aunque está claro, que más bien parece desconfiada y prefiere guardarse para ella lo que sea que tanto la hace pensar y pensar.
Para cuando bajo de nuevo, la pareja ya está preparada para salir a la calle con el mal temporal. A pesar de sus manos unidas y la sonrisa de Ale, Liam parece que sigue intranquilo, murmurándole cosas muy cerca, supongo que preguntas acerca de lo que la ocurre, de si se encuentra bien, pero parece que ella le despacha sin mucha importancia, mientras agarra un gran paraguas con el que salir a la calle.
La situación se mantiene aún en la calle y durante todo el camino a casa de Harry. Cuando llegamos, ambos dos parecen cansados: uno de preguntar e insistir, y la otra de soltarle una respuesta tras otra. Liam llama al timbre de la puerta, más hundido y preocupado que cuando salimos de su casa.
Nos abre la puerta no otra que Ane, con una gran sonrisa, que rápido desaparece al llegar a mí. Saluda con cierta alegría a la pareja, que pasa rápidamente a la casa, y a la hora de recibirme a mí, ni siquiera un triste hola, ni siquiera una mirada. Deja la puerta abierta y se va en dirección al salón. No creo que ni merezca mencionar que bufo, resoplo, suspiro o simplemente hago un mínimo gesto que indique mi frustración, porque es obvio que cualquiera lo haría con un recibimiento de esta clase.
A pesar de ser el último en pasar, llego el primero al salón. Ale y Liam se entretienen en quitarse los abrigos (no sé ni cómo son capaces de entretenerse con algo así).
Harry y Marta, se encuentran a un lado del sofá, ella sentada a horcajadas sobre él, con una manta por encima y regalándose pequeños y empalagosos besos. Ni en las películas más pastelosas describen una escena así, pero admito que me dan una cierta envidia: están juntos y acaramelados. Por otro lado, está Lucía, quien tiene uno de sus brazos cruzando por el pecho de Louis, mientras parece contarle algo entre besos, aunque Louis no parece muy centrado en ellos. Y luego, está Ane, sentada ella entre la amargura y la soledad por decisión propia, ya que si me dejara, podría ser tan o más cursi que todas las parejas de esta casa juntas, pero no, claro es mejor estar así, en una esquina del sofá con los brazos cruzados sobre su pecho y un ceño fruncido. Dónde va a parar, ¿quién necesita ser feliz...para ser feliz? Aún así, algo me incita a sentarme junto a ella (algo llamado falta de espacio), por lo que recibo como compensación una mirada fulminante, antes de una buena ración de indiferencia. Suspiro y decido cruzarme de brazos como ella, sintiendo como su mal humor se me empieza a contagiar.
Liam y Alejandra llegan por fin al salón, después de su larga aventura en el proceso de quitarse los abrigos, y se sientan buenamente donde pueden. Por último llega un Zayn horriblemente calado.

--¿Sabes que existen paraguas?-no puedo evitar sonar algo divertido, al ver como chorrea agua por todas partes.

Una risa suave hace que me gire débilmente, algo confuso al identificar esa risa como la de Ane, pero en cuanto mis ojos llegan a ella, coloca un nuevo ceño fruncido en su rostro. Cualquier cosa menos admitir que me está haciendo caso, y que mis comentarios le parecen graciosos. Sí, cabezona como ella sola.

--Cuando salí de casa no llovía tanto-murmura con la mirada en el suelo, mientras se quita su chaqueta.

Definitivamente el tiempo está haciendo mella en la gente, porque hasta Zayn parece deprimido.

--Lou, me voy, no me esperes despierto-se escucha una voz femenina acompañada del sonido de unos zapatos bajar por las escaleras sin cuidado alguno.

En cuanto ella llega al salón, parece que rebuscando algo en su bolso, Zayn escapa a la cocina, sin decir palabra alguna. Por un momento, me parece ver lo que es un rasgo muy parecido al arrepentimiento, dibujarse en el rostro de María, pero supongo que decide sacar cualquier pensamiento que pueda estar provocándolo con un sacudimiento de cabeza.

--¿A dónde vas con esta tormenta?-Louis dice con voz para nada contenta ante esa idea.
--Pues con...-empieza a decir, de nuevo parece que buscando algo en su bolso-Con...con este chico...¿cómo era? ¿Jake, tal vez?-dice divertida, aunque dudo mucho que a su hermano le haga la misma gracia-Como sea, ya le preguntaré-añade mientras sale del salón, tan solo dedicándonos un movimiento de mano como despedida.
--¡Coge un abrigo!-dice su hermano como si lo peor que pudiera pillar fuera un resfriado.
--Sí, sí-se la oye decir antes de cerrar la puerta.

Ninguno decimos nada acerca de ello. Louis resopla molesto, Lucía le susurra algo antes de acurrucarse contra él. Liam parece haber vuelto a la carga con sus preguntas preocupadas a Ale, y ésta solo responde sin aparente molestia en su voz o en su cara. Marta se dedica a dejar besos juguetones en el cuello de Harry, quien ríe por lo bajo, y Ane se mantiene en su estado de molestia permanente. Al mismo tiempo, Zayn aparece, de lejos se podría decir que tan mal como cuando se fue, pero por sus ojos rojizos y el pañuelo arrugado que hay en su mano, está claro que no es así. Sin decir palabra se siente entre el bloque Harry-Marta y yo.

--¿Estás bien?-le pregunto apenas en un susurro.

Muerde su labio, en un intento de frenar un puchero, y niega con la cabeza, antes de apoyarla en mi hombro. Paso un brazo por su espalda y hago que se pegue a mí.

--Oye, vosotros dos-habla Ane con sus malas pulgas, dirigiéndose a Harry y Marta-¿Vais a hacer manitas toda la noche o vemos una película?
--¿De verdad nos vas a hacer elegir?-pregunta Hazza divertido dando un beso divertido en la nariz de Marta.
--Vale, cambiemos la pregunta-Louis interviene, parece que esforzándose por dejar a un lado la preocupación por su hermana-¿Dejáis de hacer manitas o te rompo las pelotas, otras vez?
--Vale, vale, ya voy-éste responde de mala gana mientras se levanta del sofá-¿Qué queréis ver?-pregunta agachándose buscando alguna película.
--Da lo mismo-responde el tono malhumorado que hay junto a mí.
--Pero una de miedo, de aventuras, comedia...-habla Harry, parece que leyendo los títulos de las películas que tiene delante-No sé, decid algo, que estáis...cada uno en vuestro mundo-dice en lo que se gira para darnos una mirada, cada uno con nuestros problemas, o en nuestro mundos, como él dice-Pues nada, pongo la que a mí me apetezca-dice sin más poniendo una cualquiera.

Él se vuelve a poner con su chica bajo la manta, esta vez acurrucándose para ver la película juntos. Zayn apenas pasa de los créditos iniciales, ya que se duerme, aunque al parecer Harry es mucho más cómodo, ya que se acomoda junto a él. Éste al notarlo le mira con ternura y deja que le use como almohada.
Un...algo bastante desagradable me sorprende, ya que al principio parecía una película romántica, con tanto corazón y tanto rosa, y al parecer no soy el único al que le ha sorprendido. Ane ha pegado un bote, sin llegar a gritar, aunque parece que le ha faltado bastante poco para ello, ya que agarra mi brazo con una de sus manos. Para cuando pasa el susto, ella continúa cogiendo mi brazo, con mucha menos tensión, y yo sonrío satisfecho con ese hecho, al menos hasta que ella parece darse cuenta, y vuelve a su posición inicial de estar con los brazos cruzados sobre su pecho. Pasan uno, dos, tres sustos, y siento como tanto su terquedad como su intento por ignorarme se van evaporando, y son sustituidos por la necesidad de alguien en quien refugiarse, ya que su rostro acaba pegado a mi hombro, como si no quisiera seguir viendo más, al tiempo que una de sus piernas se cuela entre las mías. Tengo que morder mi labio para refrenar la emoción de encontrarnos en esta posición.
Para mi sorpresa, Ane debe de ser la única que se ha asustado viendo la película, ya que tanto Louis, como Marta han caído redondos, a Ale no parece faltarle mucho para encontrarse de la misma manera, Liam solo parece dedicarse a dejar caricias en la espalda de ésta, y Lucía parece ciertamente aburrida.
Doy por hecho que no debe de faltar mucho para que Ane vuelve a dirigirme su indiferencia, ya que la película está terminando y ya no hay más sustos posibles, pero se mantiene pegada a mí. Levanto uno de mis brazos con cuidado, para caer en la cuenta de que ella también ha acabado por dormirse. ¿Y qué puedo decir? Lo suyo sería que me diera igual después de todo lo que ha pasado, pero soy débil, ella me hace débil, y acabo por rendirme una vez más.

--Harry...-le llamo en voz baja y éste me dirige una mirada con la que pregunta-Se ha quedado dormida-medio susurro medio gesticulo-La llevo a su casa ¿vale?-añado mientras trazo un plan mentalmente para levantarme y poder cogerla.
--Déjala en mi cama, si sales se va a despertar. Aún llueve y parece que empeora por minutos-responde en un susurro antes de volver la vista a la televisión.

No puedo evitar fruncir el ceño ante esa invitación a dejar a la chica que yo quiero en su cama.

--En tu cama-farfullo.
--Sí, en mi cama, ¿por qué?-pregunta él con clara molestia.
--Nada, por nada...-respondo en voz baja, antes de levantarme con cuidado, para no despertar ni a Zayn ni a Ane.

La cojo como buenamente puedo, ya que ya ha quedado dicho que yo soy más ruido que altura, y ella por el contrario...es tanto ruido como altura, por lo que no es la posición ideal. Igualmente, consigo colocarla contra mí de manera que se encuentre lo más cómoda posible en lo que subo a la habitación, pero como no, Harry necesita intervenir.

--Espera, la llevo yo si quieres-comenta mientras hace un intento de levantarse.
--No, tranquilo, puedo hacerlo-respondo con rapidez.

Juntos. Juntos de nuevo en su cama. ¿Por qué? Ni siquiera tiene sentido. Harry tiene novia, su mejor amiga ni más ni menos, y lo sabe, y gracias a ella están juntos, ¿entonces por qué tanta fijación por Harry? ¿Qué tiene Harry que le hace tan maravilloso solo con respirar? ¿Qué tengo yo que aunque me esfuerce en evitar cabreos y peleas que ella misma provoca, a mí no parece necesitarme?
Camino hasta la habitación del fabuloso Harry y entro con cuidado, antes de dejarla en la cama de la misma manera, o al menos intentarlo, ya que sus manos se aferran a mi camiseta como si no hubiera otra cosa en el mundo. A cada movimiento que doy para intentar apartarme, parece como si su ceño se profundizara, y está claro que una Ane aún más enfadada no me conviene.
Me meto con cuidado en la cama junto a ella, y de inmediato, suelta sus manos, aunque solo sea para colocar su brazo sobre mi pecho y su cabeza en mi hombro. Una de sus piernas se coloca automáticamente sobre mi cintura, y suspira. Ella suspira tranquila en su sueño, y yo lo hago, deseando que no se despierte y vuelva a ganarme un buen golpe.
Decido que mañana ya será otro día, y que para entonces, quizás a ella se le haya olvidado un poco el cabreo de hoy, por lo que cierro los ojos y me dispongo a dormir, satisfecho de alguna manera por encontrarme de nuevo junto a ella de una manera cariñosa. Y de repente, una voz rota irrumpe en el silencio del cuarto.

--Lo siento.

Giro mi cabeza para mirarla algo sorprendido al escucharla, ya que supuse que estaba en el quinto sueño, pero no, sus ojos están entreabiertos aunque no estén mirándome a la cara.

--¿Por qué lo sientes?-pregunto, dejando que mi mano viaje por su espalda con suavidad.
--Por hacerte...dormir conmigo-responde con voz gangosa, parece que evitando unas lágrimas que no entiendo del todo.
--Oye, oye, ¿qué pasa?-pregunto con suavidad-No te tienes que preocupar por eso, sabes...sabes que yo estoy encantado de dormir contigo.
--No...quería dormir sola...y...Harry está con Marta-admite apenas en un susurro ahogado-Me siento...un poco sola...-añade apretando el abrazo.
--No estás sola...-dejo un beso en su cabeza-Yo estoy aquí. Siempre voy a estar aquí. Para ti.

Por una vez, no parece querer continuar con la discusión, y se limita a temblar, pero dado el calor que desprende, no parece que sea a causa de las lágrimas. Casi doy por hecho que se está resfriando.

--¿Te encuentras bien?-pregunto algo preocupado.

Ella asiente con la cabeza como respuesta mientras parece querer pegarse más a mí, como si eso fuera humanamente posible.
Por un momento ninguno de los dos decimos nada, aunque me veo obligado a ser yo el que rompa el extraño silencio.

--Esto significa que...
--No significa nada-me interrumpe, con voz apagada, pero aún así molesta-Solo duerme.


Narra María.
El amor, ¿quién sería el imbécil que lo inventó? Un hombre, seguro, de no ser así, las mujeres saldríamos ganando, y no encadenadas a un inútil de por vida. Además, ¿de qué sirve el amor? Follar se folla igual, ¿o no?
Sí, trato de convencerme una y otra vez, pero aquel "Te quiero" que se me ocurrió soltarle sin ni siquiera pensar, me va a perseguir toda la vida, y por lo visto, a él también.
Tonta María, que res tonta ton-ta una parte de mi conciencia parece recordarme, como si no lo supiera ya de por sí. Otra, no hace otra cosa que recordarme que el pobre chico ha salido corriendo del salón, posiblemente para largarse a llorar a algún lugar. Suspiro con pesadez, tratando de quitarme uno y otro pensamiento que no hacen más que proporcionarme...¿lástima? ¿arrepentimiento? Como sea, no tiene sentido, este chico...Jason, Jackson, como sea que se llame, seguro que puede hacerme olvidar.
Llamo a la puerta, ignorando el castañeteo de mis dientes, ya que no he cogido un abrigo como bien me ha recomendado mi hermano, ni mucho menos un paraguas, aunque al parecer, eso acelera la acción.
El chico de pelo castaño me mira de arriba a bajo, deteniéndose en mi torso marcado por la camiseta mojada por la lluvia. Algo tan simple como eso, hace que un bulto (ya de por sí prominente) parezca despertar de entre sus piernas.
Simples, eso es lo que son todos, unos simples.
Me pega un tirón del brazo, haciendo que nuestros labios se encuentren con brusquedad.
Pero no parece sentirse igual de bien.
Sus manos me acarician con necesidad, estrujándome, como si fuera una vaca a la que ordeñar.
No son unas manos cariñosas que me acarician mientras me desnudan.
Me empotra contra la mesa del comedor, tumbándome con una sola mano sobre la superficie fría y lisa.
No hay un cuerpo cálido bajo el mío, apenas lo hay sobre el mío.
Sus labios comienzan a resultarme ásperos, sus besos babosos, sus palabras inexistentes.
No hay sonrisas, ni caricias, ni besos suaves en mi piel.
La estancia apenas está iluminada, pero gracias a eso, puedo ver al muchacho que quita mi ropa con dureza y que lanza a cualquier lugar de la estancia. No tiene nada de especial. Es solo un chico más. Pero sus ojos, Dios, sus ojos, de ese color claro, para nada tirando a un verdoso o azulado, castaños, dorados. Son idénticos, son casi los mismos, y eso provoca que los recuerdos de la noche pasada se intensifiquen en mi mente.

--Zayn...

miércoles, 28 de agosto de 2013

Capítulo 37. Larry y Darcy.

Narra Zayn.
Para cuando despierto, siento como una sonrisa está instalada en mi rostro. No sé si es por el hecho de despertarme y recordar lo que ocurrió, de sentir todavía su cuerpo bajo el mío, por recordar sus palabras susurradas, sus ojos en los míos, sus labios suaves, su simple presencia... sea cual sea la razón, la sonrisa no tarda en esfumarse.
Llevo una mano al lugar donde debería de haber una espalda desnuda, pero lo único con lo que choco es con mi propio estómago. Mis ojos se abren con rapidez, con sorpresa y un claro miedo atenazándome. Miro a ambos lados, buscando con desesperación la chica a la que pensé había conquistado después de todo, a la que por fin había enamorado, pero lo único con lo que me encuentro es con mi soledad y mi vergüenza entre mi propia ropa tirada en el suelo. No hay rastro de ella; ni su persona, ni su ropa, ni sus zapatos, por no haber, no hay ni una simple nota. Es como si nunca hubiera estado conmigo, como si todo lo que ocurrió anoche no hubiera sido nada más que una fantasía. Y sí, eso podría llegar a creérmelo, si no me encontrara sin motivo desnudo, sentado en el suelo del pasillo de mi casa, sintiendo como su sutil fragancia flota en el ambiente.
Estuvo aquí, está claro que estuvo aquí. Estuvo, pero en cuanto caí dormido se fue. Ella ya había conseguido lo que quería: mi cuerpo, sin pensar en si mi corazón también se lo habría llevado sin darse cuenta. No la ha importado lo más mínimo como pueda sentirme yo al respecto. Al fin y al cabo, me lo tengo merecido, ella no buscaba sentir algo por mí más allá que que un calentón, y yo le di voluntariamente lo que quería...no tengo derecho a molestarme. Aunque eso no quita que duela.
Y ya no es solo que duela el abandono, que duela el que me haya usado, el que se haya ido a escondidas sin darme ni las gracias...eso lo puedo soportar con mediana facilidad, pero me dijo que me quería. Me lo dijo, y yo la creí, la creí como un estúpido, pensando en que era algo real, en que ella también sentía como si nuestros corazones latieran acompasados en un baile sin música planeada. Pensando en que esto podría empezar a funcionar, en que podíamos ser algo, en que podía...quererme. Pero solo fui un polvo pasajero, otro más, otro sin importancia.
Un timbrazo hace que salga de mis pensamientos. Un segundo hace que mi corazón se acelere con el sentimiento de que puede ser ella. Un tercero hace que me levante de golpe y abra la puerta. Pero lo que me encuentro no es una hermosa chica de ojos azules, mirándome con una mirada arrepentida por dejarme aquí y así, sino unos pequeños ojos castaños abrirse por la sorpresa antes de soltar un grito exasperado.

--¡ZAYN! ¡¿QUÉ COÑO HACES, TÍO?!-Liam grita, mientras lleva sus dos manos a los ojos de su novia, tratando así de que no me vea en mi más absoluta desnudez. Alejandra no parece molestarse demasiado, ya que ríe en bajo.

No siento vergüenza, no siento pudor alguno porque Alejandra me haya visto así, ni mucho menos porque Liam lo haya hecho. No me siento arrepentido por haber abierto la puerta así. No siento otra cosa que no sea el nudo que asciende desde mi estómago a mi garganta, buscando ser deshecho en un mar de lágrimas que no tarda en hacerse presente.
Sin poderlo evitar, me abrazo a Liam con fuerza, pese a que esté en medio de la calle y cualquiera pueda vernos.

--¿Qué te pasa?-pregunta confundido. Tarda unos segundos en reaccionar, pero finalmente me rodea con sus brazos, respondiendo a mi abrazo-¿Por qué lloras? y... ¿Por qué estás desnudo?
--Y-yo...ella...-balbuceo con el rostro escondido en su hombro-yo pensé...yo...
--Oye, oye, tranquilo-susurra pasando su cálida mano por mi espalda, tratando de tranquilizarme-Vamos dentro, te vistes y me lo explicas ¿vale?

Y aunque no le estoy mirando, sé que está sonriendo con una mezcla de ternura y preocupación, como si fuera mi padre. Asiento con la cabeza contra su cuello, pero me mantengo abrazado a él durante un largo minuto más. Él no se aleja, ni mucho menos se queja, solo espera tranquilo acariciando mi espalda y diciéndome que todo va a estar bien.
Sus palabras resuenan en mi pecho, en mi cabeza, se clavan dentro de mí, recordándome hasta qué punto de iluso puedo llegar. No confío en mucha gente, y pese a que una parte de mí sabía cómo iba a acabar todo esto, lo hice en ella.
Trato de alejar esos pensamientos martirizadores lejos de mí, mientras me alejo del abrazo de Liam. Acaricio mis mejillas como puedo, ahora sí sintiéndome terriblemente avergonzado, por mi desnudez y por mi comportamiento. En el rostro de mi amigo solo está esa sonrisa que ya había predicho, mientras alarga una mano para acariciar mi mejilla y así ayudarme a apartar mis lágrimas. Alejandra solo se mantiene a su lado, mirándome con el mismo cariño...y la misma lástima.
Es él el que me empuja con cuidado hasta estar por completo dentro de casa. Se agacha para coger mi ropa, que todavía estaba desperdigada por el suelo y me la tiende con cariño. Sin decir nada, deja un beso en mi frente y yo me doy la vuelta, para subir a mi cuarto y ponerme algo de ropa antes de seguir haciendo el ridículo.
Me ducho con el agua más fría que mi cuerpo soporta, tratando así de centrar mi atención en otra cosa, en evitar que mis pensamientos viajen a ella. Pero es imposible. En mi cabeza solo surge una y otra pregunta, entremezclándose con mis dudas y mis pensamientos anteriores.
¿Qué estará haciendo ahora? ¿Estará acostándose con otro? ¿A dónde habrá ido? ¿Habrá podido volver ya a su casa? ¿Estará pensando en lo que hizo? ¿Estará pensando en mí? Y por mucho que trate de evitarlo, me respondo a mí mismo a la última pregunta con un no rotundo. Lo último que ella debe de estar haciendo es pensar en mí.
Tras unos minutos bajo el agua congelada, salgo de allí, sintiendo cómo el frío me ha dejado entumecido, pero al menos se ha llevado todas mis lágrimas. Cojo unos pantalones de chándal cómodos y una camiseta cualquiera antes de bajar al salón.
Supuse que la pareja estaría hablando, sacando teorías de lo que podría haber pasado, preguntándose soluciones. No sé si es un pensamiento egoísta o normal, pero es lo que ocurriría si a cualquier otro le hubiera pasado algo así. Para mi sorpresa, están ambos dos en silencio, ni siquiera se miran. Alejandra tiene la mirada puesta en la ventana que tiene a su derecha, opuesta a Liam. Éste sí que la mira, con curiosidad y cierta preocupación, como si quisiera saber qué es lo que ella está mirando que la tiene tan ensimismada. Parece darse cuenta de mi presencia, ya que cambia su mueca confusa a una calmada y llena de compresión, dirigiéndola a mí, claro está.
Me siento en el sofá que hay frente a ellos, con la mirada gacha, sintiendo como la de Liam está clavada en mí, lo cual solo me hace aún más difiícil todo esto. No sé qué decirle, qué contarle o no, hasta qué punto hablarle de lo que creo sentir por ella...por no saber, no sé si contarle que se trata de la hermana de Louis. Es cuestión de tiempo que se dé cuenta de que es ella, que todos se den cuenta, incluido Louis, lo cual, tampoco va a facilitarme las cosas. También es cuestión de tiempo que Liam empiece a preguntarme y acabe sacándome todo.
Para mi suerte, antes de que empiece el interrogatorio, la chica con la mirada absorta en algo que el resto no vemos, habla.

--Creo que lo mejor sería que me fuera a casa-susurra de forma apagada.

Se levanta dedicándome una débil sonrisa y ganándose una mirada de Liam de completa sorpresa y frustración.

--¿Te encuentras bien?-susurra él.

La castaña asiente con la cabeza lentamente, aún sonriendo. Deja un beso corto en los labios de Liam, pese a que aprieta su mano con fuerza. Me regala una caricia en el hombro como si quisiera decir que me apoya y sale del salón sin decir nada más. Unos segundos después se oye la puerta de la calle cerrarse. Ni siquiera me da tiempo a ofrecerme a acompañarla hasta la puerta.
Mi amigo suspira con pesadumbre, negando con la cabeza por algún motivo que no estoy seguro de si preguntar, ya que parece algo personal entre ellos. De nuevo pone su atención en mí.

--Cuéntame-dice sin más.

Veo como la preocupación por su novia y por mí se mezclan en sus ojos, junto con la frustración de ella y cierta curiosidad hacia mi problema aún sin resolver.
Antes de que pueda abrir la boca ya siento como las lágrimas vuelven a mí, y ya no son solo de tristeza,, sino más bien de frustración, incluso de enfado. Un enfado dirigido únicamente a mí, claro está. Yo soy el único culpable de haberme ilusionado. Puede que algo de ese enfado también vaya dirigido a ella por su actitud, por primero decir...eso y luego marcharse, aunque mientras se tiene un orgasmo la gente dice cualquier cosa. Seguro que ni siquiera se acuerda de que lo dijo.

--Oye, oye, oye-susurra en voz calma.

Se levanta con rapidez de su lugar y se acerca a mí en dos grandes pasos para sentarse a mi lado. Pasa un brazo por encima de mis hombros que me invita a abrazarle y a pegar mi cara a su costado como si fuera un niño pequeño ¿Qué es lo que me pasa? Yo nunca he reaccionado así, salvo...bueno... Digamos que no es la primera vez que me despierto y la chica que estaba acostada a mi lado, ha desaparecido. Para ser exactos, esta es la segunda vez que me pasa, y me sorprendo al comparar las situaciones y darme cuenta, de que en estos momento me duele más que aquella otra vez. Sacudo la cabeza haciendo que ese otro triste recuerdo salga de mi cabeza antes de que empiece a contarle toda mi vida a Liam -al menos lo que no sabe ya.

--¿Qué pasa?-pregunta con calidez.
--Soy gilipollas-es lo único que llego a decir gracias al nudo en mi garganta-Me ha utilizado como ha querido, cuando pensé que podría sentir algo por mí.

Él no dice nada, tan solo aprieta sus labios en una línea fina, como si tratara de unir las fichas para saber exactamente lo que estoy diciendo. Me gustaría ser más específico, pero tampoco sé cómo hacerlo. Le abrazo con más fuerza, con la ligera impresión de que voy a acabar haciéndole daño, pero él tampoco se queja. Se mantiene tranquilo, esperando a que añada algo más, cuando solo puedo dejar que las lágrimas salgan de manera lenta y silenciosa.

--Dios, Zayn...-habla con voz asustada, devolviendo mi abrazo con la misma intensidad.

Liam empieza a ser grande, no gordo ni mucho menos, pero da la sensación de que está llegando a su último estirón, ya que siento como me rodea con sus brazos y sobra espacio, aparte de que su pecho parece bastante más grande de lo que recordaba. Aunque si se tiene en cuenta que cuando le conocí era incluso más delgado que yo, creo que es algo bueno que al menos esté creciendo.
¿Por qué estás pensando en lo que crezca o no Liam? ¿Qué tiene que ver eso ahora, Zayn? me regaño a mí mismo, ya que no tiene sentido que piense en eso. O tal vez sí y solo lo haga para olvidarme de mi verdadera preocupación.
De nuevo busco las palabras que podrían ser las acertadas para que entienda lo que me ha llevado a esta situación.

--Creo...creo que la quiero un poco...-murmuro contra su cuerpo-pero ella a mí no. No la importo una mierda. Solo me ha utilizado. Ha cogido de mí lo que quería...y se ha ido.
--¿De quién me hablas?-pregunta en voz baja, pasados unos segundos de silencio.
--De...de María-admito-de la hermana de Louis... Anoche nos acostamos.

Narra Harry.
Y otra vuelta más que da a la consulta. Empiezo a sentir como sus pasos nerviosos y acelerados se clavan en mis sienes, cómo su respiración parece acelerarse a cada instante, casi puedo asegurar que escucho su corazón bombear con fuerza. Está empezando a ponerme nervioso.

--¿Puedes parar de moverte? por favor-la pido lo más amable que puedo-Me está dando dolor de cabeza y no es que me ayude ver cómo vas de un lado al otro sin parar.
--No, no me puedo parar-responde con tono histérico y haciendo cientos de aspavientos mientras sigue caminando a velocidad sobrehumana-Es que...Dios...-murmura. Sus pasos se detienen y yo se lo agradezco internamente-¿Cómo no estás nervioso?-pregunta mientras se deja caer en la silla que hay junto a la mía.

¿Nervioso? ¿Que si estoy nervioso? ¿¡Cómo no voy a estar nervioso?! ¡Estoy tan acojonado que siento como si el corazón se me fuera a detener en cualquier momento!
Es tu culpa por no haber tenido cuidado una parte de mí me recuerda con malicia. Gruño malhumorado ante el pensamiento mientras me llevo una mano a la frente, echando algunos rizos hacia atrás. Ya sé que es por mi culpa, lo sé perfectamente, pero ni siquiera había pensado en la posibilidades de que algo así pudiera ocurrir (lo cual es estúpido, ya que es lo más probable entre todas las cosas que pueden ocurrir)

--Sí, estoy nervioso-admito antes de dejar salir un resoplo-Más que nervioso, estoy asustado. Estoy muy asustado.

Escucho como ella deja salir un suspiro que me hace mirarla a los ojos. En ellos puedo ver como también está nerviosa, asustada y preocupada. Coge mi mano derecha y la aprieta con fuerza en la suya.

--Te quiero-susurra.

Siento como su mano tiembla, como todo su cuerpo tiembla, como debe de estar temblando hasta la última de sus terminaciones nerviosas. Sin embargo, yo siento como si mi estómago estuviera dando uno y otro golpe dentro de mí. Mi garganta está cerrada, tanto que apenas puedo tragar saliva.
Ya no sé ni qué hacer, no sé si rezar, no sé si llorar, no sé si gritar o simplemente quedarme quieto, como si así fuera a desaparecer y conmigo, todo lo que pueda haber causado. Así llevo desde anoche; no he dormido nada, y por las vueltas que sentía que ella daba, sé que tampoco ha podido descansar.
Siento que como sea cierto, que como realmente ella esté embarazada, voy a caer redondo del más puro desmayo. Tengo la certeza de ello, porque cuando entra ese hombre de bata blanca que ha estado haciendo pruebas a Marta, siento como es el corazón el que me palpita en las sienes, al igual que lo estaban haciendo sus pasos anteriormente. El aire comienza a entrar con más dificultad dentro de mí si cabe.
Ella clava las uñas en mi mano sin la más mínima intención de hacerme daño, solo intentando relajar sus nervios. Yo no se lo evito. No estoy ahora mismo como para quejarme.
Mis ojos se ponen en los del doctor, el cual se sienta con una cálida y tranquila sonrisa, que obviamente no me da ninguna pista de lo que puede estar o no pasando en el cuerpo de mi novia.

--¿Qu-qué pasa?-es lo único que puedo preguntar.
--Nada, nada, está todo bien-contesta él con una ligera risa.

Pues yo no le veo la más mínima puta gracia.

--¿Qué significa que está todo bien?-pregunta Marta con un hilo de voz apenas audible.

El doctor nos mira una última vez, parece que disfrutando de nuestra agonía. Deja salir una última risa estúpida antes de contestar. Mi corazón latiendo a mil por hora. Mi estómago pataleando. Mis pulmones sosteniendo el aire desde hace tanto tiempo que pienso en que me voy a desmayar sea cual sea la respuesta.

--No está embarazada-dice sin más-No hay de qué preocuparse, el óvulo ni siquiera estaba listo para alojar nada.

Y eso es todo lo que escucho pese a que sienta como el doctor sigue hablando acerca de precauciones, de condones, de mierdas y mierdas que ya no me pueden interesar menos.
Mi corazón pega un salto dentro de mí, no sé si de alegría o indicándome que estoy a punto de sufrir un paro cardíaco, pero tampoco me importa. Dejo salir un largo suspiro que me permite poder respirar de nuevo.
Doy mil y una gracias a Dios, aunque no sea un creyente practicante nato, y llevo mis manos a la cara, acariciándola al sentir como hasta los músculos faciales estaban en tensión.
Por otro lado, Marta no parece compartir mi despreocupación.

--Gracias doctor-dice simplemente.

Se levanta y sale por la puerta. Mi boca se abre por sorpresa mientras la sigo con la mirada hasta que sale. ¿Pero qué pasa ahora? ¿Es que no está tranquila ya? ¿Es que no quiere saltar conmigo de alegría por toda la consulta?
Me giro a mirar al doctor, buscando alguna respuesta lógica en él, pero de nuevo, solo ríe. Empiezo a replantearme su salud mental.

--¿Pero qué la pasa? -pregunto con simpleza, aún sin poder encontrar alguna solución lógica.
--Las mujeres son extrañas, señor Styles-comienza a decir, ya sin esa risa enfermiza, aunque aún manteniendo una sonrisa tranquila y apacible-Su mente, su cuerpo, todas ellas, no están solo hechas para volvernos locos, ni para esperar que entendamos sus cambios de humor o sus pensamientos, o bueno, tal vez sí-dice con cierta diversión que sigo sin ver-Pero biológicamente están hechas para procrear, igual que nosotros los hombres estamos hechos para...bueno, para algo estaremos hechos, digo yo. Pero el caso es, que ellas tienen un instinto, un gran instinto maternal, algo que llama a la mayoría de ellas por muy jóvenes que sean o parezcan, para sentir como una vida crece dentro de ellas, como tiene que cuidar de esa pequeña vida.
>>Puede que a sus ojos, ella estuviera sintiendo lo mismo que usted: miedo a la responsabilidad, a la paternidad, a dejar de hacer lo que antes hacía, pero en realidad su mente estaría puesta en otras cosas. En posibles nombres, en si sería niño o niña, en si se parecería a ella o a usted, o en si simplemente sería capaz de mantenerlo a salvo de todo el mal que hay en este mundo.
>>Debería ir con ella-dice de nuevo con sonrisa amable-dígale lo que piensa al respecto, lo que siente. Dígale que no se preocupe, y que cuando sea el momento, tendrán los hijos que sean necesarios.

Creo que mi cara debe de ser todo un poema de extrañeza y confusión, ya que de nuevo ríe. Y aunque parezca que este señor está más loco que cuerdo, creo que tiene razón, o al menos eso quiero entender.

--Muchas...gracias...-respondo aún aturdido mientras me levanto de mi asiento.
--No hay de qué-responde sonriente.

Sin decir nada más, salgo de la consulta y me dispongo a buscar a Marta por los alrededores, aunque parece que ha salido corriendo, ya que no hay ni rastro de su presencia. Busco por todos lados, interrumpiendo en algunas consultas y ganándome ciertas palabras malsonantes y malhumoradas que decido ignorar mientras sigo en busca de mi novia. Finalmente decido salir fuera, esperando verla por aquí.
Me cuesta unos minutos encontrarla en la parte trasera del hospital, en un banco de piedra blanca que hay junto a muchos otros, rodeados de verde césped.
Conforme me acerco, puedo ver con más claridad cómo las palabras del doctor eran ciertas, ya que sus mejillas están húmedas por las lágrimas mientras ella trata de apartarlas. Sin saber muy bien qué decir, me siento a su lado en silencio, esperando que se me ocurra algo que decirle, como ha dicho el loco de la consulta, aunque no me da tiempo a pensar nada, ya que ella rápidamente se abraza a mí y llora contra mi pecho.

--Te hizo un poco de ilusión ¿verdad?-susurro en su oído con suavidad. Ella asiente con la cabeza, aún algunas lágrimas saliendo-Somos muy jóvenes-admito en un suspiro-más adelante, cuando seamos mayores de edad, en cuanto estemos preparados, tendremos todos los que quieras. Te lo prometo-beso su cabeza mientras me balanceo para acunarla. Ella murmura un "vale" como respuesta, todavía sin separarse de mi cuerpo. Mis brazos rodeando su pequeño torso-¿Habías pensado en algún nombre?-pregunto con una ligera sonrisa sobre su pelo.

Ella asiente de nuevo con la cabeza, lo cual provoca que mi sonrisa se ensanche sin motivo aparente. Dejo un beso en la cima de su cabeza antes de volver a preguntar.

--¿Buscabas un nombre de niño o niña?
--Niño...-murmura-ya sé que si fuera niña querrías que se llamase Darcy-añade con algo de humor.

Yo río por lo bajo. A veces se me olvida de que ha puesto su máxima atención a todas las entrevistas que hemos hecho hasta el día de hoy.

--¿Qué nombre habías buscado para niño?
--Larry-contesta con una risa floja.
--Oye, a mí me gusta-contesto divertido-seguro que a Louis también le haría ilusión-añado acariciando su espalda con cuidado-Así que serán Larry y Darcy.

Alza su cabeza de mi pecho, haciendo así que mis ojos se encuentren con los suyos. Una sonrisa se desliza por su rostro, haciendo que yo se la devuelva. Cojo su cara entre mis manos y acaricio sus húmedas mejillas con mis dedos, apartando así la mayoría de las lágrimas que hay.
Entonces pienso, que es lo más bonito que puede haber en este mundo, desde sus -ahora enrojecidos- ojos castaños, hasta sus rosados labios, pasando por su pequeña nariz, la cual rozo con cuidado mientras me acerco para dejar un suave beso. Un suave y dulce beso lleno de promesas y "para siempres", lleno de un futuro muy lejano en el que estemos casados, con hijos, con nietos.
Es ella la que se separa primero del beso, devolviendo mi caricia con la nariz. Sus pestañas se baten con lentitud mientras su sonrisa se amplia. Deja salir un suspiro que no comprendo antes de besar mi mejilla y apartarse por completo de mí.

--Vamonos de aquí-dice sonriente-que como algún fan nos vea aquí van a empezar los rumores y no me apetece.
--Tienes razón-contesto con una sonrisa tan grande como la suya.

Beso su mejilla antes de levantarnos y caminar de vuelta hacia la entrada del hospital. Nuestras manos unidas por dedos entrelazados que prometen no ser nunca separados. Ella apoya su cabeza en mi brazo, lo cual hace que abra mi brazo para que ella se apoye en mi costado y yo pase mi mano por su hombro, cambiando la mano que teníamos unida.
Entonces yo también me paro a pensar. ¿Cómo serán nuestros hijos? ¿Cuántos serán? ¿Cuántos niños y niñas habrá? ¿A quién se parecerán? y la verdad, es que no me importa cuántos vengan -cuando sea el momento-, ni si son niño o niña; lo único que quiero es que se parezcan a ella.

--¿A dónde vamos?-pregunto una vez fuera de los alrededores del hospital-¿Quieres que vayamos a casa o quieres ir a algún lugar en especial?
--Me da igual si estoy contigo-dice tranquila, apretando con fuerza mi mano.

Nuestros pasos se detienen sin motivo aparente justo cuando estamos en medio de un paso de cebra, ganándonos algunos pitidos y palabras enfadas. Pero eso a ella no le importa, ya que solo se coloca delante de mí, colocando sus brazos alrededor de mi cuello. Se pone de puntillas para poder alcanzar mis labios, por lo que coloco mis brazos alrededor de su cintura y la alzo, sin importar todos los conductores cabreados que quieren continuar su camino para ir al trabajo. Sonrío sobre sus labios sin poder evitarlo, ella por el contrario ríe.

--¿Qué ocurre?-pregunto divertido.
--Nos va a matar medio Londres y vamos a salir en todas y cada una de las revistas-dice en un susurro todavía con esa sonrisa llena de diversión.
--Bueno, demos más motivos para que nos odien y para salir en todas partes-contesto antes de dejar una serie de besos por toda su cara, lo cual provoca que ella ría-Pero no te rías, que no me concentro-me quejo con un puchero fingido.
--Es que me haces cosquillas-se excusa y acerca sus labios despacio a los míos. Me mira divertida y se aparta bajando de mis brazos-¿No nos íbamos?-pregunta mientras coge mi mano, tirando de mí para poder terminar de cruzar y que nadie nos mate por estar taponando una calle.

Espero a llegar al otro lado de la calle para poder dar un pequeño tirón de su mano. Ella se da media vuelta riendo, quedando pegada a mi pecho de nuevo, solo que esta vez más bajo. Tengo que agachar mi cabeza bastante para poder quedar mis labios rozando los suyos.

--No vale dejarme con las ganas-murmuro.
--Sí que vale-responde con una sonrisa.

Frunzo el ceño fingiendo enfado junto con un puchero de niño. Ella sonríe de nuevo, como si no hubiera otra cosa en el mundo, como si la gente que pasa en coche tras de nosotros no nos dijera que ya nos vale poniéndonos a besarnos en medio de la calle, como si no importara nada más que nosotros.

--Anda y bésame, tonto.

Narra Louis.
Siento cómo mi pobre espalda se está quejando por culpa de esta incómoda silla en la que he acabado por dormir. Al abrir los ojos veo que Lucía se encuentra a un par de pasos de mí, sacando unos cafés de la máquina que hay en esta dichosa sala de espera. Sin decir palabras se sienta junto a mí, ofreciéndome el café pese a que no sea demasiado fan de esta bebida. Le agradezco con una sonrisa su preocupación por mí y beso su mejilla con suavidad antes de empezar a beber a sorbitos del pequeño vaso.
Saco el móvil de mis pantalones para ver cómo tengo un par de mensajes de mi hermana y una cantidad indecente de Harry. Decido mirar primero los de María para ver cómo simplemente preguntaba si ya se podía volver a casa o no y cómo a los pocos minutos decía que ya le daba igual, que ya había encontrado dónde desayunar. Hago una mueca, sin querer saber en casa de quién estará y solo tecleo un "Ten cuidado" con rapidez. Entonces me centro en los de Harry. La mayoría de ellos solo dicen cosas como "La he cagado" "Louis ¿dónde coño estás?" "Estas cosas solo me pasan a mí y por idiota" y por último un par de ellos acerca de...de un bebé. Me despejo de golpe para leer todos los mensajes en condiciones. Para cuando llego al final de ellos, siento como me he quedado blanco, y Lucía parece darse cuenta de ello.

--¿Qué ocurre?-pregunta con tono preocupado.

Recuerdo que en algunos de los mensajes Harry me pedía que por favor no se lo contara a nadie, que pasar lo que pasara, Marta y él nos lo contarían si fuera necesario, por lo que me veo obligado a negar con la cabeza y soltar una mentira piadosa.

--Nada, no es nada-respondo tratando de sonar lo más convincente posible-Es solo esta café, que me está dejando mal cuerpo.

Ella me mira algo confusa, pero solo asiente con la cabeza, ofreciéndose a traerme otra cosa, lo cual yo rechazo, ya que se me ha quitado el hambre.
Sin dudarlo, le pregunto a Harry que cómo se le ocurre hacer las cosas a lo loco. Él me responde a los pocos segundos, diciendo que ha sido una falsa alarma. Suspiro de alivio, pero no puedo evitar rodar los ojos mientras tecleo con un "Tú lo que eres es imbécil", a lo que él responde con un par de emoticonos de estar descojonándose. Ni siquiera me da tiempo a responder el siguiente mensaje de Harry, ya que la misma doctora de anoche (la de cara de amargada) se acerca a nosotros (con exactamente la misma cara).
Me levanto de golpe, esperando que al menos me dé buenas noticias como para sentirme lo suficiente arrepentido como para disculparme por mi manera de responderle anoche.

--La señorita Towell está estable. Se está despertando. Pueden pasar a verla dentro de un rato, pero puede que esté desorientada, así que es mejor que vaya con tranquilidad-esas palabras están dirigidas únicamente a mí, y no solo porque me esté mirando, sino por la acusación de que no sé estar tranquilo.

Al ser buenas noticias, me veo obligado a cumplir mis palabras de disculparme con ella, aunque no me da tiempo, ya que simplemente me tiende un papel y se va. En él hay una serie de número que doy por hecho que se tratan de la habitación de Elena.
Me giro para mirar a Lucía y ver cómo ella me sonríe con calidez, haciéndome un gesto de que ella se queda allí esperando. Dejo un corto beso en sus labios antes de salir disparado por el primer pasillo que pillo, rezando porque sea el bueno como para llevarme a la habitación correcta.
Quince minutos y varios intentos más tarde, me encuentro frente a la puerta de la chica rubia. Es entonces cuando me doy cuenta de que no hemos hablado por años...y de que ni siquiera dejamos de hablar con un tono amigable. Puede que esté cabreada conmigo después de todo, creo que es mi culpa que se dedique a beber como una cosaca. Arrugo la nariz, con la mano en el pomo de la puerta y niego con la cabeza antes de abrir, sin pensármelo mucho más. Total, si me odia, al menos lo tendré claro.
Su cuerpo está inmóvil sobre la cama, con un par de vías que van de su brazo a otros aparatos que no sé lo que hacen, pero no me importa. El ritmo de su corazón está tranquilo, marcado en una de las pantallas que hay a su lado. Su pelo rubio reposa sobre la almohada de ese color azul hospital que hay por todas partes. Aún desde la puerta veo cómo hay movimiento bajo sus párpados, por lo que debe de estar más despierta que otra cosa. Al cerrar la puerta tras de mí, sus ojos se abren. Al darse cuenta de que soy yo el que está allí, se abren aún más.

--¿L-Lou?-balbucea-¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Por qué...?-murmura, totalmente desorientada. La pantalla que muestra la velocidad de su corazón informa que éste se está acelerando. Creo que no es algo bueno.
--Te...te encontré en la calle y...bueno, si quieres que me vaya..me voy. No quiero molestarte. Solo quería saber que estabas bien-murmuro con mis ojos puestos en ella.
--¿Irte?-veo cómo frunce su ceño. Una sonrisa empieza a curvarse en sus labios-Ven aquí, idiota, y dame un abrazo, porque dudo de que yo pueda ponerme en pie.

Aprieto mis labios tratando de no reír, y sin dudarlo me acerco a ella. La rodeo como si ayer mismo hubiera sido el último día que nos hubiéramos visto. La verdad es que lo siento de esa forma, y por la manera en la que ella me devuelve el abrazo, sé que ya no debe de haber el mismo rencor que hubo en su momento.

--Te he echado de menos-susurro contra ella.
--Y yo a ti, Lou...